18 oct 2022
Un miembro retirado del Ejército peruano que se gana la vida como taxista reconoce un día en el rostro de una pasajera a la jovencita campesina que muchos años atrás, en plena lucha contra el terrorismo de Sendero Luminoso, él había forzado a convertirse en esclava sexual del coronel de su unidad.
Él es Magallanes, el personaje que da título a la película con la que el actor peruano Salvador del Solar acaba de estrenarse como guionista y director, y que es una parábola perfecta de la dificultad de un país socialmente fracturado y racista para alcanzar la reconciliación tras una década de violencia política. Magallanes ya se ha visto en salas de Perú, Chile, Argentina, Brasil, Turquía, México y Suiza; en las próximas semanas llegará a los festivales de Toronto, San Sebastián y Chicago, y acaba de confirmarse que representará al Perú en los próximos Premios Goya. El escritor Renato Cisneros, él mismo autor de una novela que se enfrenta a la memoria del conflicto armado que devastó el Perú de los 80, cuenta en esta crónica su visión de la película y la correspondencia que, a partir de ella, tuvo con Del Solar.
Es medianoche en Madrid. Un viejo amigo y colega acaba de pedirme por teléfono escribir un texto —este texto— acerca de Magallanes, la película que se ha convertido en suceso e inevitable tema de conversación en Perú. «Tú acabas de estar en Lima, seguro que ya la viste, ¿qué te pareció?», me pregunta, dando por sentado que soy uno de los más de setenta mil espectadores que la han visto desde que fuera puesta en cartelera, hace sólo cuatro semanas. Entonces decido mentir. Como no he visto la cinta pero tampoco quiero perder la oportunidad de escribir sobre un tema que me interesa, le lanzo una serie de infalibles generalidades —«está muy bien narrada», «es un potente thriller dramático», «las actuaciones son estupendas»— mientras voy pensando cómo diablos hacer para conseguir el material. Al colgar, no sé si me avergüenzo o me siento orgulloso.
De pronto recuerdo que Salvador del Solar, el director de Magallanes, es uno de mis contactos en Twitter. No lo conozco personalmente, sólo lo he visto actuar en algunas películas (pienso sobre todo en Pantaleón y las visitadoras, donde hace de un correcto capitán que debe reclutar prostitutas para las tropas del ejército acantonadas en la selva), pero sospecho que nos ubicamos y por eso en la red social nos seguimos mutuamente. Dado el apremio en el que estoy, decido enviarle un mensaje privado preguntándole si existe alguna forma de ver Magallanes en España.
Minutos después, Del Solar me responde favorablemente, con impensada gentileza, adjuntando un link de Vimeo que me lleva a su película, la película que, como decía, es la sensación de estos días, con la que debuta como guionista-realizador; la que en poco tiempo ha inspirado decenas de críticas elogiosas, analíticas columnas en diarios y revistas, debates sociológicos en foros virtuales; y que ya tiene calendarizado su próximo lanzamiento internacional: este setiembre será presentada en los festivales de cine de Toronto y San Sebastián; en octubre se estrenará en el festival de Chicago, donde además competirá en la categoría Nuevos Directores; y en el invierno de 2016 representará al Perú en los Premios Goya, esperando hacerse del trofeo a la Mejor Película Iberoamericana, rubro en el que este año se consagró la argentina Relatos salvajes. Todo eso sin contar que la película ya ha sido vista en salas de Chile, Argentina, Brasil, Turquía, México y Suiza.
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