La presencia de la derecha en el APRA se vio desde el momento en que Giampietri ocupó la primera vicepresidencia en su plancha presidencial.
Pero las encuestas no le son favorables a García en la sierra y en los estratos bajos, justamente donde no ganó en las elecciones presidenciales.
Toledo no quiso hacer una política social por la tesis tonta del chorreo. En el fondo, esa tesis significa que no es necesaria la política social, que basta la política económica. Crecemos de forma muy significativa y entonces chorrea. Esa fue la tontería que Kuczynski le vendió a Toledo.
Todos los neoliberales venden eso, y no es cierto. El chorreo reduce la pobreza pero la desigualdad se ha profundizado terriblemente, incluso en Chile. La tesis del chorreo me parece suicida desde un punto de vista político.
García sabe que es un problema y no defiende esa tesis, pero tampoco vemos políticas sociales que siquiera mitiguen la exclusión o la pobreza de los que viven en la miseria.
La derecha está contenta con este gobierno, desde los empresarios hasta los medios de comunicación como Correo, por ejemplo, que tratan con guantes de seda al presidente pero a algunos ministros y a los congresistas les dan con palo, como para hacer diferencias. Una mecánica muy distinta que la que se practicó durante el gobierno de Toledo.
Los medios son parte de las empresas y están siendo adquiridos poco a poco por las grandes empresas. Los medios son muy permisivos con este gobierno. No lo fueron ciertamente con Toledo, no sé si por racismo o por ceguera. Son los que están permitiendo el presidencialismo retórico. Sin embargo, en algún momento, si no quieren perder credibilidad, los medios van a tener que volverse al menos neutros. Porque un medio está tironeado por dos lados: por los intereses económicos, que en este caso coinciden en apoyar al presidente, y por la credibilidad del público.
El rating, después de todo, depende del público. Si no se ponen neutros y toman cierta distancia y dejan de ser megáfonos del presidente, entonces tienen que colocarse un poco más al centro. Ahora algunos son megáfonos malogrados del presidente, porque este tiene 50% de aprobación, mitad de apoyo y mitad de rechazo. Eso es declive. Los medios están en un punto muerto de su propia conducta política. Tienen que decidir.
El apoyo de los medios al presidente depende también de que el gobierno mantenga esta política económica.
García la va a mantener, porque lo que quiere es no tanto pasar a la historia sino deshacer la historia pasada, limpiar el pasado y quedar empates, hacer un buen segundo gobierno que borre el primero. García no va a tocar la política económica por más que baje su aprobación. Incluso después de que se vaya la gente dirá: «Hizo lo que nosotros queríamos: no metió la pata». Pero para el 50% de pobres este señor pasará como si no hubiera habido presidente. Pienso que García se va a ir con el rechazo de la inmensa mayoría de pobres y con los aplausos entusiastas de los empresarios y un poco tímidos de la clase media.
En esta línea de limpieza de imagen, García pone en agenda desde el primer momento el tema de la austeridad también para hacer una diferencia con el gobierno de Toledo, acusado de derrochador. Propone la venta del avión presidencial, la reducción de los sueldos de los alcaldes y de la tecnocracia estatal. ¿Todo esto tuvo un efecto mediático?
Una de las preocupaciones de García era la de tener él la iniciativa política para poner la agenda, que no se la ponga la prensa, como fue con Toledo.
Entonces García se despierta angustiado a las cuatro de la madrugada —esto es ficción— y se pregunta: ¿qué digo mañana?
Y se responde: la austeridad, que se vende bien, el shock de inversiones y varias medidas de impacto, temas que los medios totalmente favorables a él pasan de la boca del presidente al oído del oyente, y ya está la agenda. Y si otro día se despierta y no tiene nada que poner en agenda, decide vender el avión presidencial. En realidad nos está haciendo el avión, porque qué resuelve con eso. Hay medidas que han tenido impacto en la opinión pública como la austeridad. Hay un elemento interesante que es la voluntad de acercar al político a la sociedad. El gesto de volver austera a esta clase política dilapidadora es un acercamiento al pueblo.
Pero el problema de fondo no era ese. A mi juicio, esa es una coartada para ocultar otros problemas. El mensaje de esta política de austeridad es el siguiente: no falta plata en el Estado, sobra, el problema es que los parlamentarios, los altos funcionarios y los alcaldes se la llevan toda. Lo que hay que hacer es reducirles el sueldo y con eso vamos a tener plata.
Eso quiere decir que no necesitamos poner más impuestos a los ricos para poder atender políticas sociales. Es una forma de evadir el tema de la falta de recursos. Cómo no van a faltar recursos si estamos en 15% de presión tributaria, por debajo de la media de América Latina que es de 17%, y por debajo de muchos países que enfrentan en serio la política social como Brasil, que está en 23%.
La austeridad es una coartada para ocultar este problema, para no poner impuestos a las ganancias extraordinarias. Un 10% a esas ganancias te da un montón de plata para atender necesidades sociales. El gobierno ha renunciado a desarrollar una política impositiva para pasar el sombrero.
No hay ninguna institución estatal que pueda hacer supervisión, fiscalización, rendición de cuentas. Eso se presta a cualquier cosa, sobre todo a la corrupción. Creo que esa es una de las cosas más terribles que han pasado en este gobierno. La otra coartada que está detrás de la austeridad es limpiar el pasado. Es fácil ser austero después de haber asaltado el fisco durante cinco años en el gobierno anterior. El presidente García hoy aparece limpio no porque la justicia lo haya absuelto, sino porque prescribieron sus supuestos delitos.
Estas propuestas republicanas no son reales, porque el APRA nunca fue republicana, siempre fue populista; ni Haya de la Torre fue republicano cobrando un sol. ¿Quién lo mantenía? El republicanismo que levanta grandes banderas como la defensa del bien común, la entrega desinteresada al bien común, la ciudadanía activa, es interesante pero tiene distorsiones terribles. Una de ellas es el aristocratismo. Con esos postulados solo los aristócratas pueden ser políticos. O la distorsión autoritaria. El jacobinismo francés impuso el autoritarismo a sangre y fuego. La austeridad de este gobierno no es ni una distorsión aristocrática ni jacobina, es simplemente una coartada de viveza criolla.
Junto a esa campaña de austeridad se producen escándalos como la insistencia de poner en cargos claves a apristas como Carlos Arana, socio de Agustín Mantilla, o el extraño nombramiento de Alberto Pandolfi, primer ministro de Fujimori y hombre de Montesinos.
Lo de Pandolfi indica lo que hablábamos del pacto, del acuerdo político y quizá la búsqueda de cajeros. Es una derecha corrupta que no tiene ningún problema en seguirlo siendo. Las acusaciones de corrupción contra los funcionarios de Fujimori son claras, sin embargo, se los convoca. Pandolfi justificó los altísimos ingresos de Montesinos diciendo que era un abogado de éxito. Ahí no hay equivocación. Yo pienso que Del Castillo fue sorprendido y que la decisión vino no solo del vicepresidente sino de más arriba, del presidente. Del Castillo es relativamente más transparente, pero también tiene que ser leal. El gobierno se está cobijando en la corrupción y también copia estilos políticos, como el ministro de Vivienda que con un descaro y un desparpajo tremendos dice que actúa con los mismos métodos de Montesinos, pero más transparentes.
¿Cuál es la diferencia?
Hace lo mismo pero es más cínico. Montesinos al menos lo ocultaba. Este señor lo pone en la página web para que vean que no es corrupto. Son los estilos políticos del fujimorismo.
¿Lo del nombramiento de Pandolfi no fue también una demostración de poder del primer vicepresidente? Giampietri no es el típico vicepresidente de perfil bajo. Él demuestra el poder que tiene dentro del gobierno.
Sin las habilidades políticas de Montesinos, puede estar preparándose para jugar el mismo papel de asesor político, de hombre que maneja la relación con las Fuerzas Armadas. En algún momento difícil, inestable, este señor puede aparecer para sostener al régimen y ofrecer apoyos por el lado de las Fuerzas Armadas sobre todo.
¿La oposición existe?
No espero nada de ella. Normalmente su espacio es el Parlamento y no se la ve. La oposición va a venir desde los gobiernos regionales y los movimientos sociales. El epicentro de la política, desde marzo hasta ahora, está en las regiones y en el movimiento social. A partir de ahí se van a recomponer las fuerzas políticas. Mi hipótesis es que ahí pueden tener un espacio las izquierdas, si son responsables y se organizan. Depende de cómo jueguen en el periodo que viene.
¿Qué ha hecho el gobierno en materia de reforma del Estado?
Nada. Fusionar organismos públicos descentralizados, esa es la gran reforma del Estado. Pero no se juega más por una reforma del Estado que toque el cogollo, que es lo que da sentido a todo. El Estado es algo más complejo, no es solo administración pública, ni policía y ejército, ni distribución territorial del poder. El Estado es el núcleo que manda más allá de gobiernos y de regímenes, que define quién está dentro y quién está fuera, que define políticas económicas y el grado de apertura que vas a tener; es decir, decide lo fundamental.
¿Al APRA le interesa que Fujimori regrese al Perú o le conviene que se quede fuera hasta 2011?
Habría que analizarlo en términos de costo-beneficio. Para el APRA tiene un alto costo el mantener a Fujimori en Chile, sobre todo si no se preocupa por que la extradición funcione. En realidad, le conviene que venga para no perder tanto. Creo que perdería más manteniéndolo fuera que teniéndolo dentro, porque dentro al menos lo tienes preso y sería un logro para el gobierno. Fujimori preso en el Perú es inofensivo. La prisión política por corrupción, por crímenes, es un estigma difícil de superar. Algo que García trató de evitar a toda costa.
Prefirió vivir bien en París y en Colombia.
¿Qué le parece el tema de la tentación reeleccionista, presente en el ambiente?
No lo veo viable por las condiciones políticas. García es un hombre impredecible como caudillo y probablemente en su momento lo ha pensado, pero las encuestas pueden traerlo a la realidad y también lo que está pasando en el país, los movimientos regionales.
No es nada banal este juego del diario La Razón de cerrar el parlamento y que García se transforme en un nuevo Fujimori. Está llamando a su nuevo Fujimori. Tampoco es banal lo que está ocurriendo en el Parlamento. Es cierto que hay corrupción, ineficacia y torpeza, pero mantener el tema de que es un poder fundamentalmente corrupto sirve para decir: «¡ciérrenlo!». Y la opinión pública puede apoyar masivamente el cierre.
Es un manejo político que juega en pared con los medios y que busca favorecer la reelección. Mercedes Cabanillas se da cuenta de eso y no quiere reelegirse en la presidencia del Congreso, porque no quiere enfrentarse a García, a los medios y a la opinión pública.
En un artículo usted planteó que el gobierno de García puede llegar a ser un fujimorismo sin Fujimori.
Así es. Pienso que Alan García es el fujimorismo sin Fujimori. No sé si el fujimorismo, pero el diario La Razón está en una campaña política tratando de convertir a García en Fujimori.
POR: MARTÍN PAREDES
recopilado por :pegaso125
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