Resumen:
La Rebelión de Huanta (también conocida como la Gesta por la Gratuidad de la Educación) es cómo se conoce a los incidentes ocurridos entre el 20 y el 22 de junio de 1969 en la ciudad de Huanta, Perú. El día 22, cientos de estudiantes de las ciudades de Huanta y Ayacucho (distantes 25 kilómetros), que mantenían una huelga indefinida en protesta a la decisión del gobierno dictatorial del general Juan Velasco Alvarado de aprobar un decreto supremo que multaba a los alumnos de educación pública que desaprobaban cursos y que los protestantes entendían que restringía la gratuidad de la enseñanza, fueron reprimidos violentamente por los Sinchis, unidad antisubversiva de la Guardia Civil del Perú.1 Los enfrentamientos dejaron, según la versión oficial, 20 fallecidos aunque las versiones no oficiales señalan más de 100 víctimas entre fallecidos y desparecidos.
Antecedentes:
El 22 de junio de 1969 se desató una masacre, muchas veces olvidada por ciertos sectores de “izquierda”, realizada por la dictadura militar velasquista en Huanta, Ayacucho.
La razón: una serie de protestas de campesinos y estudiantes contra el Decreto Supremo N° 006 – 69 / EP que buscaba finiquitar la gratuidad de la enseñanza en los colegios públicos de la educación básica para aquellos alumnos que hubieran jalado un curso o más.
ARTICULO 1° .- A partir de la iniciación del año escolar de 1969 , los alumnos de los planteles oficiales de Educación Secundaria Común ,de Educación Secundaria Técnica, Mando Intermedio y Formación Magisterial , que pierdan la gratuidad de la enseñanza, abonarán la suma de cien soles oro (S/.100.00) mensuales de abril a diciembre.
La medida a todas luces arbitraria, no tomaba en cuenta las causales que empujaban a un alumno el jalar un curso; quitaba la oportunidad de educarse a los estudiantes de más bajos recursos que no pudieran pagar dicha cantidad que aun hoy seria excesiva para muchas familias en extrema pobreza, y que en ese tiempo lo era aún más.
Las consecuencias fueron desastrosas, en la mayoría de colegios, en especial los de provincias, la tasa de matriculados disminuyo dramáticamente, así, colegios en Puno, Cuzco y Ayacucho descendieron su tasa de matrícula hasta en un 50%. Si bien, la voz de protesta se hizo sentir en muchas partes del país por parte de la Asociaciones de Padres de Familias (APAFA), el Sindicato de Profesores de Educación Primaria, y los mismos estudiantes (la toma de un colegio en el distrito de Comas). Seria en una de las regiones más pobres y con mayor nivel de politización en la que se desencadenaría una lucha frontal en pro de recuperar el derecho a la gratuidad de la enseñanza.
En la región de Ayacucho, una de las más pobres y donde el problema del latifundismo se expresaba en su forma más cruda; las instituciones educativas, en especial desde la reapertura de la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga, se habían convertido en uno de los principales vehículos para ascender económicamente y poder nutrirse de ideas políticas que buscaran la redención de una población que hasta ese momento se había mantenido en el letargo feudal.
Es así que al haberse quitado la gratuidad de la enseñanza en la educación básica es la misma población estudiantil la que toma la iniciativa cuando en el colegio Gonzales Vigil se prohíbe el ingreso a alumnos que no pueden pagar la mensualidad, cosa que trae como consecuencia la declaración en huelga por parte del alumnado el 4 de junio, misma que es respaldada por la APAFA, el gremio docente y asociaciones campesinas ligadas a la Confederación Campesina del Perú . Dando inicio a todo un ciclo de protestas que serán dirigidas en la provincia por el Frente Único de Estudiantes y Campesinos de Huanta (FUECH).
Por otro lado, el contagio de la lucha demoraría en llegar a Huamanga, y seria retardado a un más debido a la posición legalista y apaga fuegos de la “fracción roja” dirigida en ese tiempo por Abimael Guzmán, que al tener cierta influencia en el sector estudiantil trato de evitar cualquier tipo de auxilio a los llamados de solidaridad que se emitían desde Huanta. Sin embargo, el 13 de junio los alumnos del colegio “Mariscal Cáceres” seguidos por los alumnos del colegio de aplicación “Guamán Poma de Ayala” se declaran en huelga indefinida. En la capital de la región si bien la lucha demoro en iniciarse, esta se fue dando de una forma más acelerada, pues pronto la Federación de Barrios y el Frente Único de Estudiantes Secundarios (FUESA) convergerán dentro del Frente de Defensa del Pueblo de Ayacucho con Máximo Cárdenas a la cabeza, llevando a cabo toda una secuencia de mítines y protestas que harán extender la chispa a las demás provincias de la región; teniendo su clímax más alto el 20 de junio.
Pero es en Huanta, que al enterarse de la también detención de sus dirigentes el día 22 de junio donde se da una movilización general en dirección a la plaza, misma que tratara de ser frenada por la “Guardia Civil” a base de metralla. Para la desgracia de la policía, su ataque no ocasionara el repliegue de la masa, sino la respuesta organizada de esta que a base de hondas, piedras y demás armas que le proveían los habitantes de la ciudad llegaron hacer retroceder a la policía al punto de desalojarlos y destruir las mismas comisarias. Lastimosamente, para el medio día la policía militarizada, los “Sinchis”, harían su aparición en escena, lanzando disparos a ciegas a cualquiera que encontraran en su camino, dejando centenares de muertos.
La represión hacia la población ayacuchana fue celebrada no solo por militares y los sectores de poder tradicional, sino también, por la iglesia, el apra, y el mismo PC Unidad que se encontraba colaborando con el gobierno y que llego a catalogar al movimiento como:
(…) la reacción más oscura y antiperuana, unida con elementos del APRA, la CIA y las direcciones aventureras de (…) los desclasados grupos ´chinos´ que pululan todavía, plegándose ciega y desesperadamente a cualquier aventura que les pueda dar ´notoriedad´ (...). (Unidad ¡Impidamos otro ayachuchazo! 26.6:3)
Aun así, la lucha no fue un fracaso, pues dos días después la dictadura militar derogaría el decreto, y en su desesperación por evitar una revolución desde el campo decretaría una reforma agraria que trataría de dejar atrás las prácticas de explotación feudal para introducir el capitalismo en el campo, pero que pronto entraría en contradicción con las comunidades campesinas que ya habían empezado el proceso de recuperación de tierras y reforma agraria mucho antes.
Fuente:
wikipedia, gob.pe
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