Hace un año nadie presagiaba que una recepción en la residencia del embajador japonés en Lima iba a culminar abruptamente con el ingreso de un grupo del MRTA, que tomó en rehenes a los invitados allí presentes, entre ellos a diplomáticos extranjeros y personalidades políticas nacionales.
El hecho trascendió inmediatamente. La facilidad con que los emeretistas llevaron a cabo su acción planteó dudas sobre la verdadera dimensión de la subversión en el Perú y las medidas de seguridad adoptadas ante ella.
El 22 de abril de 1997, se llevó a cabo la Operación Chavín de Huántar
Al ocurrir el hecho el MRTA estaba prácticamente extinguido, en gran medida por los problemas insalvables que distanciaron a sus líderes y, luego, por la eficacia de la acción antisubversiva.
En noviembre de 1995 había sido capturado Miguel Rincón Rincón, con lo que quedaban en libertad solo dos de sus líderes más importantes, Hugo Avellaneda y Néstor Cerpa Cartolini, de quienes se dudaba sobre su real capacidad para reorganizar el movimiento.
Sin embargo, en la detención de Rincón hubo un detalle que no fue lo suficientemente analizado por las fuerzas de seguridad. Acompañado de un grupo de adolescentes, había estado planificando un asalto al Congreso de la República. Al parecer, estos planes fueron los que se ejecutaron un año más tarde, cambiando el objetivo hacia la residencia japonesa.
Por lo visto, una vez que el MRTA fué reducido a una mínima expresión las autoridades dejaron de preocuparse. No consideraron el eventual daño que los emerretistas podían producir con solo concentrar sus escasas fuerzas en una acción que les hiciera recuperar el protagonismo perdido.
Así, un informe policial dado a conocer en enero de 1997 aseveraba que prácticamente todas las fuerzas del MRTA se hallaban en las provincias de Chanchamayo (Junín) y Oxapampa (Cerro de Pasco). El documento afirmaba que la fuerza militar emerretista consistía en unos 200 efectivos y 30 mandos.
Efectivamente, durante 1996 las acciones del MRTA se habían circunscrito a esa región. Sin embargo, una vez producido el hecho de fuerza en la residencia japonesa, las acciones del MRTA se expandieron hacia otros puntos del país.
Entre enero y abril de 1997 realizó 19 acciones. La mayoría tuvo una intención propagandística. Nueve se desarrolaron en Lima, tres fueron realizadas en Huancayo y una en Oxapampa, Trujillo, Piura, Cusco, Arequipa, Jauja y Ayacucho.
Durante esos meses los emerretistas organizaron una serie de disturbios en las cárceles. En marzo las presas del MRTA en el penal de Santa Mónica, Chorrillos, se declararon en huelga de hambre y, días después, un motín e intento de fuga producido en el Centro de Rehabilitación de Menores de Maranga fue conducido, al parecer, por elementos juveniles de esta organización.
En el penal Castro Castro los presos emerretistas provocaron desórdenes hasta en dos oportunidades. Lo mismo ocurrió en la cárcel El Milagro, en Trujillo.
En el tiempo que transcurrió la toma de la residencia japonesa, los emerretistas que no habían participado en el hecho se dedicaron a apoyarlo desde afuera.
Mientras tanto, algunos voceros del MRTA en el exterior, como Isaac Velasco, desplegaron una campaña publicitaria internacional, logrando la solidaridad de algunos grupos que, mal informados, veían al MRTA como una reedición de los guerrilleros latinoamericanos de los años 60.
Después del rescate
El 22 de abril de 1997 una operación militar, llevada a cabo por comandos de las Fuerzas Armadas, dio fin a la emergencia creada en la residencia japonesa. El golpe que recibió el MRTA fue contundente, aunque cundió la sospecha de que le seguiría una respuesta rápida.
En efecto, como manifestación de su vigencia y asimilación del revés sufrido, el MRTA dio a conocer a través de diferentes medios la voluntad de expandir sus acciones. Entonces se especuló mucho sobre una supuesta «ayuda internacional» proveniente sobre todo de grupos subversivos centroamericanos y colombianos.
Sin embargo, entre mayo y octubre de este año la actividad del MRTA no tuvo la magnitud que anunciaron sus voceros (ver cuadro).
El MRTA en el exterior
Mientras duró la "crisis de los rehenes" el frente propagandístico del MRTA en el extranjero estuvo muy activo, remitiendo un total de 16 comunicados durante esos cuatro meses. Pero luego de producido el rescate ese ritmo disminuyó ostensiblemente, aunque no desapareció.
Entre mayo y octubre el MRTA en el exterior ha coordinado con pequeños grupos de activistas una serie de acciones de agitación y ha emitido tres comunicados.
El 28 de abril y el 1 de mayo unas diez personas que se identificaron como simpatizantes del MRTA irrumpieron en la embajada del Perú en Dinamarca, en reclamo por la «pasividad» del gobierno danés ante el desenlace producido en la residencia japonesa en Lima.
El 29 de abril tres personas arrojaron pintura roja a la fachada del consulado del Perú en Barcelona, España, para protestar contra el «asesinato» de los emerretistas en Lima. Ese mismo día unas mil personas marcharon frente a la embajada del Perú en Italia, convocadas por las facciones radicales de la izquierda italiana y el Partido Comunista Reformado.
El 12 de mayo una docena de personas ocuparon la sede del consulado peruano en Sevilla, España. El 24 de mayo, cuando el presidente Fujimori llegó a Dhaka, Bangladesh, se realizó una manifestación estudiantil en su contra.
El 2 de julio la residencia del ex-embajador japonés en Lima, Morihisa Aoki, ubicada en Tokio, fue pintarrajeada con lemas emerretistas en idioma japonés.
Los comunicados emitidos por el MRTA -abril, mayo y octubre- ponen el acento en dos puntos: uno, que los hechos acontecidos en Lima «desenmascaran» la naturaleza «represiva» del gobierno peruano y, dos, que debe atenderse la situación de sus presos.
El MRTA en la actualidad
Durante los últimos meses las autoridades peruanas han manifestado cierta preocupación ante la realización de acciones armadas en algunas zonas remotas del país.
En ese contexto han propuesto algunos cambios en la política de pacificación, destacándose dos cuestiones polémicas: la reedición del arrepentimiento y la posibilidad de incluir en ella el «acuerdo de paz» propuesto por el líder senderista Abimael Guzmán.
Ambas cosas son producto de coordinaciones mantenidas entre voceros del gobierno y los líderes senderistas actualmente presos, de lo que se deduce la capacidad política que aún mantiene Sendero para negociar hasta cierto nivel.
No ocurre lo mismo con el MRTA. El 15 de noviembre los presos emerretistas recluidos en el penal Castro Castro pidieron establecer canales de comunicación con el gobierno, sin lograr resultados positivos.
La razón radica en que el MRTA dejó de ser un factor desestabilizador para la seguridad nacional hace mucho tiempo. El resultado final de la «crisis de los rehenes» profundizó aún más su ya debilitada presencia.
Después del rescate de los rehenes se conjeturó sobre la posibilidad de un reagrupamiento del MRTA bajo la conducción de Hugo Avellaneda. Pero lo cierto es que no existen evidencias al respecto.
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