El Santa es un pueblo antiguo ubicado a diez kilómetros de la ciudad de Chimbote (Ancash), al norte del departamento de Lima, su principal actividad económica es la agricultura y colateralmente la pesca.
Entre esporádicos atentados contra la propiedad privada, el 2 de agosto de 1991, presuntos integrantes de Sendero Luminoso, asesinaron al párroco del Santa Sandro Dordi.
Existía una organización denominada “Campesinos sin Tierra”, gremio que desarrollaba una importante labor reivindicativa.
El 01 de mayo de 1992 un día antes de la desaparición de los nueve campesinos en el distrito del Santa, se produjo una incursión senderista en la localidad de Coishco. En horas de la mañana la carretera Panamericana Norte fue bloqueada y un vehículo de la empresa de transporte “Carolina” fue quemado.
Así lo relata un testigo, “A partir de las nueve de la noche empezó el tiroteo y la toma de Coishco, el comando subversivo tomo el túnel... y en el interior habían hecho pintas, embanderamientos... participaron por la dimensión unos 30 subversivos, con armas de largo y corto alcance, hubo varios efectivos de la Marina heridos... cuando huyen un grupo se retira por la parte alta de los cerros de Coishco, y otro se metió por la Huaca”.
Los motivos del secuestro de los campesinos del Santa
En el Santa funcionaba una compañía denominada “Molinera San Dionisio”, que estaba ubicada en el fundo “San Dionisio”, en el Km. 2 ½ de la carretera a Huallanca, entre las localidades del Santa y Tambo Real.
Esta compañía era de propiedad de la familia Fung y tenía una desmotadora de algodón y piladora de arroz. A fines de 1991, se produjo en diversas las localidades del distrito del Santa una movilización que fue denominada “marcha campesina” en la que participaron los integrantes de la organización “Campesinos sin Tierra”, quienes protestaban contra los abusos y arbitrariedades cometidas por los dueños de las fábricas, exigiendo a su vez la entrega de una parcela de terreno para todas aquellas personas que no poseían tierras.
Cuando los manifestantes se desplazaban por inmediaciones de la fábrica “San Dionisio”, se produjo un incidente en el que participó Jaime Fung, hijo del dueño de la fábrica, quien al ver que los campesinos protestaban frente a su propiedad, bajó de su camioneta y, sin mediar razón alguna, apuntó con su arma a uno de los hermanos Noriega Ríos que iba al frente de la marcha.
Los campesinos se enfrentaron con piedras y Fung los amenazó diciendo: “Uds. se van joder conmigo porque no saben con quién están”.
El 29 de marzo de 1992, a las 8:00 de la noche se produjo un incendio en la compañía “San Dionisio” como consecuencia de un asalto perpetrado por 30 subversivos senderistas, que colocaron explosivos en las oficinas administrativas, quemaron máquinas y unos 50 fardos de algodón desmotado. “(...) se produjo un incendio en la molinera donde trabajo, a consecuencia de un atentado habiéndose destruido aproximadamente catorce “colcas”, (depósitos de algodón), fardos de algodón y otros, el mismo que se produjo entre las seis y media y siete de la noche... y el comentario generalizado es que posiblemente hayan sido terroristas”.
De acuerdo a la versión de un colaborador ante la Fiscalía, el empresario Jorge Fung Pineda era amigo de Juan Bosco Hermoza Ríos, hermano del entonces Comandante General del Ejército Nicolás de Bari Hermoza Ríos, a quien habrían solicitado su colaboración. Entonces, por disposición del General Juan Rivero Lazo, Jefe de la Dirección de Inteligencia del Ejército (DINTE), el mes de abril de 1992, se llevó a cabo una reunión en una vivienda ubicada en Miraflores en Lima.
En esta reunión estuvieron presentes el empresario Jorge Fung Pineda, el Mayor E.P. Santiago Martín Rivas, quien a su vez convocó a los jefes de los sub grupos operativos del “Destacamento Colina”: Antonio Sosa Saavedra, Julio Chuqui Aguirre y Pedro Guillermo Suppo Sánchez, además de Capitán E.P. Carlos Pichilingue Guevara.
Después de la reunión, Sosa Saavedra comentó que se trataba de un trabajo particular, porque el señor Fung era amigo del Comandante General EP Hermosa Ríos, que tenía propiedades en Chimbote.... y decía que estas personas eran trabajadores de una empresa algodonera y que estaban haciendo problemas en la empresa por eso quería que se les involucre con la subversión y se les dé un escarmiento, lo cual era de conocimiento del Comandante General Hermoza...
Posteriormente, Santiago Martín Rivas habría coordinado el viaje al Distrito del Santa, provincia de Chimbote con los jefes de los sub grupos operativos.
El 1º de mayo de 1992, a bordo de varios vehículos, partieron de la ciudad de Lima 18 miembros del “Destacamento Colina”, entre los cuales se encontraban; Santiago Martín Rivas, Carlos Pichilingue Guevara, Antonio Prettel Dámaso (fallecido), Jorge Ortiz Mantas, Carlos Luis Caballero Zegarra Ballón, Hugo Coral Goycochea, José Alarcón Gonzáles, Antonio Sosa Saavedra, Ángel Arturo Pino Díaz, Gabriel Vera Navarrete, Rolando Meneses Montes de Oca, Julio Chuqui Aguirre, Wilmer Yarlequé Ordinola, Ángel Sauñi Pomaya, Estela Cárdenas, Hércules Gómez Casanova y Pedro Suppo Sánchez, todos provistos de armas de fuego de largo y corto alcance. “(...) cada uno con sus HK y FAL, los jefes de grupos tenían un radio portátil y beeper, además dos palas, dos picos, una bolsa de cal, iban vestidos de civil con chompas de cuello Jorge Chávez y capuchas”.
Al promediar las cero horas del día dos de mayo de 1992, estando cerca a la ciudad de Chimbote, los vehículos se detuvieron, los viajeros ingresaron todos a un restaurante. En este lugar Santiago Martín Rivas se entrevistó con un “colaborador”: “(...) por Suppo supe que el colaborador era un policía en retiro y que iba a identificar a las personas que íbamos a intervenir”.
Transcurridos algunos minutos, todos abordaron nuevamente los vehículos y se dirigieron hacía los Asentamientos Humanos “La Huaca”, “Javier Heraud” y “San Carlos”, a través de una pista carrozable, deteniéndose luego por unos cañaverales: “(...) al llegar a una chacra Martín Rivas convocó a una reunión para finiquitar todos los detalles”9 . Después de haber realizado las últimas coordinaciones, Martín Rivas aborda su camioneta conjuntamente con otros miembros del grupo. Al llegar a la Huaca los vehículos cruzan rápidamente la calle donde se iba a realizar la intervención dirigiéndose hacia un terreno baldío de la ex hacienda Garatea. Pero, al pasar por un pequeño puente sobre un canal de regadío el vehículo de Rivas se atascó en el canal.
Esta circunstancia obligó a que todos bajaran para sacarlo, para lo cual utilizaron una soga. Después de este incidente Martín Rivas ordenó el cambio de chofer y después estacionaron los vehículos de tal manera que permitiera una rápida retirada: “(...) como ellos no conocían bien, se cayó la camioneta en un puentecito de cemento.... yo tenía un burro allí, amarrado con una soga en una planta de eucalipto... sacaron la soga para jalar el carro.... entonces mi hijo (Denis Atilio Castillo Chávez), entra a mi casa y me dice; papá levántese la policía ha llegado por allí la burra han soltado, ... en el momento que yo salía entraban a la casa de López, pateando la puerta y empujando” .
Como el 1º de mayo habían celebrado el “Día del Trabajador”, la tranquilidad del lugar fue interrumpida sorpresivamente por los individuos que ingresan violentamente en varios domicilios: “Los policías llegaron en cuatro carros, 2 camionetas de color rojo, una blanca y otra verde con luces circulares arriba, como la que utiliza siempre la policía , todas de doble cabina, con lunas ahumadas”
La primera intervención del grupo Colina
La primera intervención se produjo aproximadamente a las 00:30 en el Pueblo Joven “La Huaca”. En este lugar, Emilia Romero Herrera había instalado una pequeña bodega. Por el ambiente festivo del día anterior varios trabajadores que se desempeñaban como “vigilantes” de la empresa SIDER PERU, se encontraban consumiendo licor en la bodega.
Al ver llegar las camionetas los vigilantes pensaron que se trataba de sus supervisores y huyeron del lugar. Los extraños ingresaron a la bodega y preguntaron por los que habían salido y luego se dispersaron yendo en persecución de las personas que habían huido. Coincidentemente Gilmer Ramiro León Velásquez, retornaba a su casa en su bicicleta, después de haber participado en una festividad por el día del trabajador.
Al parecer los secuestradores pensaron que se trataba de una de las personas que habían salido huyendo de la bodega, razón por la cual fue intervenido. Según refieren los testigos, los encapuchados lo golpearon brutalmente obligándolo a subir a uno de los vehículos. “...yo de la esquina lo vi con la bicicleta tirada en el suelo y un hombre parado a su lado.
Quise regresar de la esquina hacia el campo oscuro, para no ingresar a las cuadras, y de la esquina una voz me gritó: ¡Alto!, ¡Párate!, ¡Pon tus brazos en la nuca!, e hizo que me acercara donde estaba Gilmer. Uno de ellos, me rebuscó me sacó mis documentos, los miró y los votó... el que me estaba cuidando me dejó y se fue a ayudar a una camioneta que estaba en la acequia, la sacaron y se fueron... yo me quede en el suelo por temor .
Sobre este hecho un informante señala: “(...) en el camino vimos a una persona en bicicleta, cuando nos vio quiso huir y se cayó, Chuqui lo subió a la camioneta”.
Mientras esto sucedía Pedro Pablo López Gonzáles se encontraba en su domicilio descansando en compañía de su familia. En esas circunstancias se produce un intercambio de disparos provenientes de la planta eléctrica de Siderperu. Después de unos minutos la puerta de su casa es violentada por varios sujetos fuertemente armados, entre ellos una mujer, todos con chompas y pasamontañas de color negro e inmediatamente, se dirigen a la habitación de Pedro López, le propinan fuertes golpes en diferentes partes de cuerpo y lo obligan a tenderse en el suelo. Simultáneamente, uno de los secuestradores cubren a su madre Maximina González Méndez y sus dos menores nietos con una frazada.
Luego Pedro López es obligado a salir de su casa y a subir a un vehículo. Antes de retirarse los secuestradores hicieron pintas en las paredes de la casa con pintura de color roja, que decían “Muerte a los ladrones del pueblo”. Al respecto, una testigo dice: “(...) cuando me ordenaron que salga de mi casa me percaté que había por lo menos 15 hombres más, uniformados con pasamontañas de color negro. Uno de los carros se había metido en una acequia y demoraron por lo menos cerca de media hora, cuando se fueron los carros llevándose a mi hijo”.
Denis Atilio Castillo Chávez, se encontraba en la puerta de su casa, en compañía de tres amigos Fernando Medina Cano, Santiago Roque Guardia, Armando Alva Balta.
Todos ellos fueron testigos de excepción de cómo los sujetos encapuchados intervenían la casa de Pedro López Gonzáles, razón por la cual entraron presurosamente a su domicilio con la finalidad de ponerse a buen recaudo. Inesperadamente la puerta de su casa fue derribada, ingresando aproximadamente siete personas fuertemente armadas y sin mediar explicación alguna obligaron a la víctima y demás familiares a colocarse frente a la pared, mientras que dos de ellos revisaban todos los ambientes de la casa. Al respecto el padre de la víctima narra: “(...) nos pusieron a la pared, a mi hijo (Denis Castillo Chávez),a Santiago Roque los tres. Fernando Medina salió por el corral se escapó y Armando Alva, tengo una sofá en mi sala, se hizo el dormido ...”
Cuando los secuestradores se disponían a salir, Flor Rocío Castillo Chávez de 13 años de edad, que padece de retardo mental, en un acto desesperado salió corriendo hacía la calle, gritando el nombre de su hermano Denis, por lo que uno de los secuestradores le golpeó el pecho con la culata de la metralleta. Esto motivó que Denis defendiera de su hermana, por lo que es obligado a salir de su domicilio e fue introducido en una camioneta de doble cabina.
Según un testigo, Denis se enfrentó al secuestrador, “(...), le diera un codazo reclamándole porque le pegaba a su hermana si era enajenada mental. Cogiéndole el policía de la nuca lo llevó, al resto de sus amigos no los llevó” De acuerdo a los testimonios cuando Fernando Medina (amigo de Denis Castillo), salió huyendo por la parte posterior del domicilio, fue seguido por los secuestradores que, por equivocación, ingresaron a la casa de Pedro Federico Coquis Vásquez que en esos instantes se encontraba durmiendo.
Al parecer lo confundieron y sin mediar explicación alguna lo obligaron subir a una de las camionetas. Él vivía solo, razón por la cual no existen testigos directos que puedan señalar cómo fue intervenido pero, al igual que los otros secuestrados, desde ese día se desconoce su paradero. Sus familiares que recién toman conocimiento de su desaparición en la segunda semana de mayo, declararon: “(...) como no llegaba mi cuñado Federico Coquis Vásquez, nos preocupamos y fuimos a ver la casa donde vivía y dormía... encontrando la puerta que los vecinos ya lo habían trancado, y al ingresar encontramos todas sus cosas y ropas botadas en el suelo”.
Otra testigo señaló, “Al promediar las 12:30 de la madrugada, escuché un disparo salí a mirar por la ventana de mi casa... vi que sacaban de su casa a Denis Castillo Chávez... y a Gilmer León Velásquez lo tiraban al suelo en la puerta de mi casa, y lo golpeaban varios hombres y pude percatarme que en una camioneta, estaban sentados varios hombres vestidos con ropa de policías y pasamontañas.. también me pareció ver a uno de polo rojo junto a Denis Castillo Chávez”.
La segunda intervención del grupo paramilitar
La segunda intervención se produjo el Pueblo Joven “Javier Heraud”, ubicado aproximadamente a 5 minutos de La Huaca. En este lugar se encontraba durmiendo Jesús Manfredo Noriega Ríos, con su conviviente y sus cuatro menores hijas en su domicilio ubicado en la calle Luis Pardo.
De pronto escucharon fuertes golpes en la puerta y, al incorporarse se percataron que ingresaban entre 4 a 5 personas.
Dentro del domicilio, los secuestradores amenazaron a toda la familia y procedieron a revisar cada una de las habitaciones. Luego, a golpes obligaron a Jesús Manfredo a salir, para ser arrojado dentro de una camioneta de doble cabina. Antes de irse los secuestradores pintaron las paredes de la casa, con esmalte color rojo, con lemas que decían “Viva el presidente Gonzalo PCP”.
El día de la incursión en el domicilio de la familia Noriega Ríos, inexplicablemente, los focos instalados en los postes de electricidad, se encontraban apagados, “(...) ese día la luz se había apagado, esa esquina estaba oscurita, al día siguiente volvió a prender” .
Miguel Ángel Solar Anticona, chofer de la Municipalidad del Santa, después de haber dejado el vehículo municipal, se dirigía a su domicilio, por el Jr. Marañón , muy cerca de la Plaza de Armas, circunstancias en que observa a tres camionetas que salían raudamente del pueblo joven “Javier Heraud”, “(...) una de ellas tenía el color rojo o guinda... habían personas vestidas como militares, armados con ametralladoras”.
Continua con su camino y, transcurridos unos minutos, hacen su aparición los mismos vehículos, de los cuales bajan varias personas. Una de ellas lo obligó.
El incidente habría durado unos quince minutos, la vivienda que había sido allanada por los secuestradores pertenecía a Timoteo Velásquez, quien en esos momentos no se encontraba presente en su domicilio, “Lucy Tolentino estaba sola con sus dos hijos, mientras que su esposo Timoteo Velásquez, que era a quien aparentemente buscaban tomaba algunos tragos en un bar de la Plaza de Armas”.
La tercera intervención
La tercera intervención se produjo en el Pueblo Joven “San Carlos”, donde vivían los hermanos Carlos y Jorge Luis Tarazona More y Jesús Roberto y Carlos Alberto Barrientos Velásquez, con sus respectivas familias.
Carlos Tarazona More se encontraba en su domicilio en compañía de su esposa y sus menores hijos. Inesperadamente irrumpieron seis personas entre ellas una mujer, vestidos todos chompas de color negra, pasamontañas y botas del mismo color. Carlos Tarazona fue golpeado brutalmente, “(...) a mi papá lo pateaban, le dijeron que se eché en el suelo, lo pusieron boca abajo, y lo insultaban. Había una mujer que insultaba a mi mamá... ella también estaba vestida así”. Margoth Nancy Reyes Sáenz esposa de la víctima fue conducida a la habitación donde se encontraban sus menores hijas y fue obligada a recostarse en la cama, inmediatamente enfocaron su rostro con un potente reflector, la testigo refiere: “me di cuenta que era una mujer, con pasamontañas y vestida con uniforme y botas... pelo castaño... me apuntó con un arma larga, me dijo que esté quieta y que no saliera si no me metería un tiro”.
Carlos Tarazona More, fue sacado de su casa y lo subieron a un vehículo. En estas circunstancias, su hermano Jorge Luis Tarazona More, les hizo frente a los secuestradores, solicitándoles que dejen libre a su hermano. “(...) lo sacaron a mi papá...después salió mi tío, diciendo llévenme a mi, él tiene sus hijas, a él déjenlo”. Pero la respuesta de los secuestradores
fue: “ah!, ¡Con que tú también quieres ir, entonces vamos!... y se lo llevaron en una camioneta doble cabina”.Según refiere Margoth Reyes, los secuestradores sustrajeron de su domicilio dinero en efectivo y antes de emprender la retirada hicieron pintas en las paredes, con lemas alusivos a Sendero Luminoso. Luego, un grupo de personas irrumpieron violentamente en el domicilio de los Barrientos, rompiendo la puerta de la casa: “eran de porte militar, con pasamontañas, armados y que venían en cinco camionetas”.
Al ingresar, uno de los intrusos golpeó con la culata del revólver a Cruz Velásquez León de Barrientos, madre de las víctimas, quien cae desmayada y ensangrentada. También obligan al resto de la familia a colocarse boca a bajo sobre el piso.
Después de haber reducido a toda la familia, un grupo de ellos conducen a rastras hacia la sala de la vivienda a los hermanos Jesús Roberto y Carlos Alberto, los mismos que son golpeados brutalmente en los genitales y el estómago mientras eran interrogados por el paradero de su hermano Edwin Barrientos Velásquez, hasta quedar tendidos en un charco de sangre, “(...) le preguntaban por mi...a golpes, y si hubieran habido más hombres nos llevaban a todos” 27 Mientras los otros encapuchados revisaban las habitaciones, Maribel Barrientos Velásquez, se encontraba en el piso boca abajo y sentía el peso de las botas que presionaban su espalda. En esas circunstancias, uno de su sobrinos de 11 años de edad corrió intentando escapar. Es entonces que logra levantar la cabeza, pudiendo ver las características de uno de los atacantes.
Ella identifica a Santiago Martín Rivas como la persona que la había tenido en el suelo pisándole la espalda: “(...) pude mirar su rostro, porque no se encontraba encapuchado, era una persona que tiene la nariz ligeramente ancha, no muy alto, tampoco muy gordo... se le notaba ligeramente la barriga, tenía bigotes y la frente amplia”.
Jesús Roberto y Carlos Alberto fueron obligados a empellones a salir de su casa. Antes de emprender la retirada los secuestradores hicieron pintas, con esmalte color rojo en las paredes de la casa, con lemas alusivos a Sendero Luminoso, “...sacaron de los pelos a mis hijos, y nos dijeron que si salíamos o abríamos la puerta nos dispararían...escuchando el ruido de un carro que se alejaba”29 Con la finalidad de solicitar ayuda Maribel Barrientos, ignoró las advertencias de los secuestradores y logró salir por la parte posterior de su domicilio, “(...) salí.
De la esquina miré que eran cuatro camionetas, doble cabina y con lunas polarizadas, y toditos estaba completamente armados...”Leonor Valdivia Sifuentes, se encontraba en su casa, cuando escuchó fuertes ruidos en la calle, por lo que se dirigió hacía la sala, donde se encontraba su padre José Valdivia Whitymbury. Inesperadamente ingresaron a su domicilio entre 8 a 10 personas armadas y uniformadas de con trajes de color verde olivo oscuro, con pasamontañas, chompas oscuras, dos de ellos con casacas oscuras y uno de ellos vestido con buzo celeste y zapatillas blancas. Inmediatamente alumbraron su rostro con un potente reflector y uno de los sujetos dijo: “ella no es”.
Después de revisar todos los ambientes de la casa los sujetos emprendieron la retirada llevándose consigo documentos personales, dinero y joyas, no sin antes obligarlos a permanecer en su domicilio con las luces completamente apagadas. Esa versión es corroborada por el informante de la Fiscalía que señala: “Pino Díaz, sacó algunos objetos de las casas(...) se comentó que también sacaron dinero”32 Es importante señalar, que con la finalidad de crear confusión entre los familiares y la población en general, y para hacer creer que la incursión en los pueblos jóvenes “La Huaca”, “Javier Heraud” y “San Carlos “ eran atentados perpetrados por Sendero Luminoso, antes de emprender la retirada, los secuestradores realizaron pintas con lemas alusivas a dicho movimiento subversivo, “(...) procediendo a retirarse del lugar, no sin antes efectuar pintas a las casas con pintura de color rojo y frases alusivas a “Sendero Luminoso” tratando de hacer creer de esta manera que tal agrupación subversiva había perpetrado tales secuestros”.
De acuerdo a la versión uniforme de los testigos, durante los allanamientos los secuestradores estuvieron acompañados de un “colaborador”: “(...) por Suppo supe que el colaborador era un policía en retiro y que iba a identificar a las personas que íbamos a intervenir”.
La realización de estos hechos está acreditada con la declaración de William Paúl Salinas Gutiérrez, de 18 años de edad, quien esa madrugada se encontraba laborando en la panadería “El Milagro”, que -al acercarse a la ventana- observó a los vehículos de los secuestradores, cuando salían hacía la Panamericana Norte, en uno de los cuales iba el presunto colaborador:
(...) dos camionetas de doble cabina de color verde petróleo, con barandas de tubo color negro, y en medio de las mismas iba una automóvil de color rojo, con las lunas parabrisas laterales bajas... pudiendo observar que en el asiento posterior iba un efectivo policial al que conoce con el apelativo de “Choclo”, cuyo apellido es Caballero... y ahora lo ha visto en la estación policial del Santa”(...) en las camionetas habían personas encapuchadas, con pasamontañas de color negro y chompas oscuras... que en la última camioneta vio que dos encapuchados que se encontraban parados en ambos extremos, portaban armas largas.
El efectivo policial a quien se refiere el testigo sería el sub oficial PNP Santos Silvestre Caballero Villanueva, que se desempeñaba como resguardo personal del alcalde del distrito del Santa, Eugenio Costa Jara, a quien había acompañado el 1º de mayo a la localidad de Cultambo – Pacasmayo a un evento deportivo, habiendo regresado todos al Santa, a donde llegaron a la media noche, excepto el alcalde que por el cansancio decidió quedarse a pernoctar en la localidad de Chiclín. Sin embargo, el chofer del Alcalde ha manifestado que pudo observar a los secuestradores en plena acción, como está relatado.
La ejecución y entierro de las víctimas
Durante varios años los nueve campesinos secuestrados del distrito del Santa permanecieron en calidad de desaparecidos.
Recién después de once años se ha podido establecer, por declaraciones de testigos acogidos al beneficio de la colaboración eficaz, que la misma madrugada del 2 de mayo de 1992 las víctimas fueron ejecutadas y enterradas en un lugar cercano, “Santiago Martín Rivas, encargó a Carlos Eliseo Pichilingue Guevara, que se encargue de la situación y que termine el trabajo, refiriéndose que diera muerte a los agraviados”.
Esta versión es corroborada por un colaborador: “Presumíamos que en este operativo se iba a matar a los intervenidos, puesto que después del operativo de Barrios Altos tomamos conciencia que se trataba de un grupo para la eliminación, creado precisamente para estos fines” .
Después de dar la orden, Santiago Enrique Martín Rivas, conjuntamente con Julio Chuqui Aguirre y Gabriel Orlando Vega Navarrete, se dirigieron a Trujillo (departamento de la Libertad), instalándose en casa de un sobrino de Santiago Martín Rivas.
En horas de la tarde se trasladan a un restaurante de la zona conocido como “Pato I” o “Pato II” donde, según un testigo, Carlos Eliseo Pichilingue Guevara dio cuenta de la conclusión del operativo a Santiago Martín Rivas: “Pude escuchar que Pichilingue dijo a Santiago Martín Rivas que había aniquilado a los intervenidos y que debido a que estaba amaneciendo los había enterrado a flor de tierra, en una chacra cerca del lugar de la intervención, al lado derecho de la carretera Panamericana Norte, tomando como referencia la carretera hacia Trujillo... a las tres o cuatro nos dirigimos a Lima” .
Acciones realizadas para ubicar a los secuestrados
Inmediatamente después de haberse producido el secuestro de las nueve personas, los familiares se dirigieron al puesto policial ubicado en la Plaza de Armas, a escasas dos cuadras del lugar donde se produjeron los hechos. Sin embargo, sin mediar explicación alguna los policías se negaron a recibir la denuncia. Al respecto, el padre de Jesús Manfredo Noriega Ríos sostiene: ”Encontré a un solo policía en la puerta, le dije que se habían llevado a mi hijo, y han forzado la puerta, me contestó si la puerta está rota mañana se verá ... y se negó a sentar la denuncia39. Se confirma esta versión, puesto que,“nadie le quiso abrir la puerta ni aceptar ninguna denuncia, y negaban tener conocimiento de que se iba hacer un operativo (...) una de las señoras, dijo que ella se había dado cuenta que uno de los policías que acababan de llegar tenían las botas llenas de barro”40. La persona a quien Maribel Barrientos hace referencia es Lucy Tolentino, cuyo domicilio, ubicado en el pueblo joven “Javier Heraud”, también fue allanado.
Según el testimonio de una persona cuyo nombre se mantiene en reserva (clave 371-MCS), en estos hechos participaron los efectivos policiales del lugar: “Vimos carros policiales que pasaban nos miraban y continuaban...”
Habiendo agotado toda posibilidad de sentar la denuncia en la dependencia policial del Santa, un grupo de familiares decidió ir a Chimbote para insistir en su denuncia, pero en el túnel de “Coishco” personal de la Marina de Guerra del Perú les impidió el paso, razón por la cual sospechan que estos efectivos trataban de cubrir la retirada de los secuestradores.
En horas de la mañana del 02 de mayo de 1992, los familiares se apersonaron a la Base Naval de Chimbote, donde nuevamente les fue negada toda respuesta, “En la marina un señor salió por una ventanita y nos dijo aquí no hay nada, que buscan, nosotros no hemos hecho batida (...) en la PIP tampoco, cuanto hemos andado. Que nos van a dar razón, si ya los habían matado”41.
Al tercer día de ocurridos los hechos los familiares de los nueve desaparecidos se presentaron ante la Comisión de Justicia Social de la Diócesis de Chimbote, iniciándose de esta manera las respectivas coordinaciones con la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos y la Asociación Pro Derechos Humanos (APRODEH), quienes brindaron importante apoyo en materia legal y humanitaria.
Víctimas
Los campesinos asesinados fueron:
- Carlos Alberto Barrientos Velásquez
- Roberto Barrientos Velásquez
- Denis Atilio Castillo Chávez
- Federico Coquis Velásquez
- Gilmer Ramiro León Velásquez
- Pedro Pablo López Gonzáles
- Jesús Manfredo Noriega Ríos
- Carlos Martín Tarazona More
- Jorge Luis Tarazona More
Fuente:cverdad
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