27 de Julio del 2020
En el 2004 salio a la luz el Libro "Muerte en el Pentagonito "Los cementerios secretos del ejército peruano" del periodista Ricardo Uceda, en dicha obra el autor afirma revelar las acciones represivas del Servicio de Inteligencia del Ejército peruano (SIE) durante la guerra contra los grupos terroristas peruanos tales como Sendero Luminoso durante los años 80s y 90s. Un capítulo del mencionado libro relata que el SIE detectó una fuga de información que investigada llevó a la captura de varios militares peruanos que señalaron como contacto al Sargento Duchicela quien fue secuestrado, torturado y asesinado por miembros del SIE.
Ricardo Uceda declaró en una entrevista al diario El Comercio de Quito lo siguiente:
En 1986,el espía ecuatoriano desempeñaba funciones de ayudante del Agregado aéreo en la Embajada Ecuatoriana en Lima, hasta el 27 de mayo de 1988 fecha en que desapareció a manos del SIE (servicio de inteligencia del ejercito).
En el capítulo 8, ‘El espía que no regresó a Quito’, hay una narración de fuente directa, una de las cuales fue el ex militar Jesús Mateo Sosa Saavedra , pero no fue la única.
Cuando secuestraron y ejecutaron a Duchicela, también lo hicieron con el teniente peruano Marco Barrantes.
A él y a otros militares les procesaron por vender información militar a Duchicela.
A siete les detuvieron, enjuiciaron e hicieron cumplir una pena, pero la justicia militar declaró que a Barrantes nunca le encontraron y le juzgaron en ausencia.
En realidad le detuvieron, interrogaron y ejecutaron.
Su testimonio sirvió para secuestrar a Duchicela. Ambos fueron ejecutados.
El ex integrante del grupo Colina Jesús Sosa Saavedra, alias 'Kerosene’, soltó ante el tribunal que juzga a Alberto Fujimori una versión que involucra al presidente Alan García en el asesinato del agregado de la Fuerza Aérea de Ecuador, Enrique Duchicela, ocurrido en 1988.
El otrora agente de Inteligencia narró a la sala que a fines de 1988 fue el jefe operativo de un equipo especial denominado 'Escorpio’, el cual –según dijo– se encargó de investigar y desarticular una red de espionaje ecuatoriana que estaba al mando del suboficial Duchicela.
Precisó que la mencionada operación se centró en la captura del citado espía, quien luego fue asesinado
Hice vigilancia a Duchicela con Ángel Sauñi, (a quien) finalmente lo encontramos en mayo (de 1988). (...) Los únicos detenidos de cuyas capturas se guarda reserva, y que sólo conocieron los altos mandos y los que participamos en el operativo, fueron las de Barrantes y Duchicela.
Sobre la ejecución de Duchicela el libro de Ricardo Uceda relata en el mencionado libro:
En el trayecto de Duchicela hacia su muerte, los agentes le hacían la conversación, para darle confianza. Le hablaban de la buena suerte que él tenía, en comparación con los peruanos: él se iría tranquilo a Ecuador, mientras sus cómplices del Perú la iban a ver horrible. Volvieron a pedirle que dijera que fue tratado bien.
-Sí -dijo-. Yo no voy a hablar mal de ustedes.
Caminaba esposado y a ciegas, dejándose llevar por el brazo de Sosa. Cuando llegaron al incinerador, Sosa lo detuvo. Se puso un paso detrás de él.
-¿Y qué va a pasar con el auto que te compraste? -le preguntó.
Quiso decir algo. El balazo no se oyó. Cayó bruscamente.
El coronel Hanke y el comandante Rivera bajaron al sótano cuando Ortiz y Figueroa llevaban a Barrantes a su lugar de ejecución. Fueron informados de que ya había muerto Duchicela. Luego salieron. Pichilingue no apareció. Aparentemente, había salido del Pentagonito.
Los oficiales eran así. Preferían no involucrarse en el trabajo sucio. Cumplían órdenes del comandante general, Artemio Palomino, y su trabajo no era apretar el gatillo sino supervisar el operativo. Ortiz, a cargo de Barrantes, le disparó en la sien mientras dialogaba con el prisionero. Cuando cayó, aún respiraba. Sosa recriminó al matador. Había sido un mal tiro. Se acercó a Barrantes y lo remató.
Los agentes acomodaron los cadáveres uno sobre el otro en la parrilla improvisada. Duchicela fue doblado formando una U, con la espalda pegada al fondo del incinerador. A Barrantes se le flexionó del mismo modo, pero lo pusieron con la espalda hacia fuera y las extremidades hacia el interior, encima del ecuatoriano. Así dispuestos, los cuerpos entraron justos.
Cinco horas ardió el incinerador, alimentado continuamente de combustible por los cinco parrilleros del SIE reunidos alrededor de su boca. A las cuatro y media de la mañana parecía que todo lo que quedaba de los prisioneros era un montón de cenizas. Pero no. Había huesitos que se resistían a desaparecer, vísceras que estaban negras pero no calcinadas. "Siempre he dicho que las vísceras son las más resistentes al fuego. ¿Lo ven?", observó Sosa a sus compañeros. Se pusieron a disolver los residuos, haciéndolos polvo con sus armas blancas. A las cinco, su misión concluyó. Subieron para informar a Harry Rivera.
Aquel sábado, por la tarde, regresaron al sótano Ortiz, Sauni y Sosa. Las cenizas de los infortunados militares estaban frías en la base del incinerador. Con una pala las recogieron y las metieron en un saco de polietileno, que resultó ocupado hasta la mitad. Uno de ellos se lo puso al hombro. El grupo se dirigió hacia los jardines posteriores del SIE, un área de mil metros cuadrados en la parte central del Pentagonito. Una vez allí, se persignaron gravemente, y guardaron unos instantes de silencio antes de esparcir las cenizas entre las plantas.
Sobre el involucramiento del mando político y militar peruano el libro de Uceda relata:
Era lunes 13 de junio de 1988. Las cenizas de Duchicela habían sido esparcidas el sábado anterior en los jardines del Pentagonito. Jesús Sosa estaba en la oficina del jefe del SIE2, Harry Rivera, en el primer piso del complejo. Oswaldo Hanke se apareció en la puerta. Según declaró Sosa para este libro, el coronel dijo.
-Chato, felicitaciones del comandante general. Y felicitaciones del presidente de la República. Alan García está muy satisfecho.
Se realizaron algunas consultas y coordinaciones entre el coronel jefe del SIE (Oswaldo Hanke), el general director de Inteligencia (Dinte, general Juan Campos Luque), y el comandante general del Ejército (general Artemio Palomino Toledo). (...) Creo que el Comando decidió desaparecer definitivamente a Barrantes porque actuó no sólo en contra del Ejército sino de la Nación (...). La ejecución también sirvió de escarmiento para los peruanos y ecuatorianos tentados a involucrarse en acciones de espionaje. Además, la desaparición de Duchicela y Barrantes evitó un escándalo ante la opinión pública.
El testimonio del ex agente del SIE derrumba desde sus cimientos la defensa del general EP (r) Oswaldo Hanke, el coronel EP (r) Harry Rivera Azabache, y de los suboficiales Julio Ramos Álvarez, Gumercindo Zambrano Salazar y Jorge Ortíz Mantas.
No aparecen como enjuiciados el ex comandante general del Ejército Artemio Palomino Toledo, ni el ex director de la Dinte general Juan Campos Luque, entre otros.6
El 3 de abril de 2008 el Suboficial Jesús Sosa Saavedra, buscado por los crímenes del Grupo Colina fue capturado y llevado a declarar ante la justicia peruana en el juicio que se le sigue al expresidente Alberto Fujimori, en una audiencia confesó su participación en el secuestro y asesinato de Duchicela.
El diario Perú 21 reporta sobre la declaración de Sosa el 31 de julio de 2008:
El ex integrante del grupo Colina Jesús Sosa Saavedra, alias 'Kerosene’, soltó ante el tribunal que juzga a Alberto Fujimori una versión que involucra al presidente Alan García en el asesinato del agregado de la Fuerza Aérea de Ecuador, Enrique Duchicela, ocurrido en 1988.
Nota
1:Despues del conflicto de falsa paquisha etre peru y ecuador en 1981 las tensiones seguian latentes entre ambos países
2. El hecho salio ala luz en el 2004 en el cual demostró que ecuador se preparaba para el conflicto del Cenepa.
3. El gobierno ecuatoriano en un principio mantuvo bastante hermetismo sobre el espia ecuatoriano por seguridad nacional negando incluso a sus familiares la verdad .
4. En el año 2018 se le declaro héroe ecuatoriano al ecuatoriano Duchicela y según el ecuador sus acciones fueron importantes para la victoria de su país en el Cenepa.
5. Reportaje ecuatoriano sobre la esposa de Duchicela y su muerte.
Fuente: Historia Militar Peruana
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