En 1961, La Cabaña albergó una prisión política para los enemigos de Fidel. El Che quedó a cargo de ella. A continuación, se presentan los relatos de los presos.
"Varios hombres que sobrevivieron a la prisión de La Cabaña recuerdan una noche en la que un muchacho de 14 años fue empujado a su celda. Cuando le preguntaron qué había hecho, dijo con voz entrecortada que había tratado de defender a su padre del pelotón de fusilamiento, pero que no había tenido éxito.
Momentos después, los guardias sacaron al muchacho de la celda a rastras y el propio Che Guevara le ordenó que se arrodillara.
Los presos gritaron "¡asesinos!" y vieron por la ventana de su celda cómo Guevara sacaba su pistola, ponía el cañón en la nuca del muchacho y disparaba."
"Había unos ochocientos prisioneros en un espacio que no cabía más de trescientos: ex militares y policías batistianos, algunos periodistas, unos cuantos empresarios y comerciantes.
El tribunal revolucionario estaba formado por milicianos.
El Che Guevara presidía el tribunal de apelación.
Nunca revocó una sentencia.
Yo visitaba a los condenados a muerte en la galera de la muerte .
Corrió el rumor de que hipnotizaba a los prisioneros porque muchos permanecían tranquilos, así que el Che ordenó que estuviera presente en las ejecuciones.
Después de que me fui en mayo, ejecutaron a muchos más, pero yo personalmente presencié cincuenta y cinco ejecuciones. Había un norteamericano, Herman Marks, aparentemente un ex convicto.
Lo llamábamos "el carnicero" porque disfrutaba dando la orden de disparar. Le supliqué muchas veces al Che en favor de los prisioneros. Recuerdo especialmente el caso de Ariel Lima, un muchacho joven. El Che no se inmutó. Tampoco Fidel, a quien visité.
Quedé tan traumatizado que a fines de mayo de 1959 me ordenaron abandonar la parroquia de Casa Blanca, donde estaba ubicada La Cabaña y Allí celebré misa durante tres años. Me fui a México para recibir tratamiento. El día que me fui, el Che me dijo que ambos habíamos intentado ponernos de parte del otro y que no habíamos podido. Sus últimas palabras fueron: “Cuando nos quitemos las máscaras, seremos enemigos”.
Fuente: weebly
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