22 de marzo de 2023
No son solo una cifra: las vidas detrás de los 49 civiles asesinados en las protestas contra Dina Boluarte
Del total de 61 fallecidos, la represión policial les arrebató la vida a 49 de ellos a punta de proyectiles e impactos de bombas lacrimógenas. Detrás de los asesinados están las historias de padres, hijos y estudiantes que tenían metas que querían cumplir, así como de familias devastadas por sus pérdidas.
Asesinados en protestas:
Beckham Romario Quispe Garfias tenía solo 18 años cuando, el 11 de diciembre del 2022, un proyectil de arma de fuego (PAF) lo mató mientras se encontraba participando de las manifestaciones en Apurímac contra la asunción de Dina Boluarte como presidenta del Perú. Él y un menor de 15 años de iniciales D.A.Q. fueron los primeros muertos registrados. A más de tres meses del inicio de las protestas, Rosalino Flores, un joven cusqueño de 22 años, es la última víctima que se consigna, quien después de dos meses internado debido a los 36 perdigones que recibió durante la represión policial, su cuerpo no resistió más.
Meses después, del total de 61 fallecidos, se cuentan 49 civiles asesinados, presumiblemente, por las fuerzas del orden en el marco de los enfrentamientos durante las protestas. A 47 de ellos se les arrebató la vida con un PAF y a dos por impacto de bomba lacrimógena, según detalla la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos (Cnddhh).
En el afán de justificar las muertes, tanto la Policía Nacional del Perú, las Fuerzas Armadas, un sector de la derecha del Congreso y la misma Boluarte afirman sin pruebas que estas personas eran terroristas o vándalos. “Él no era un terrorista ni un delincuente, mi hermano era un deportista, un estudiante”, cuenta Raquel Quispe, hermana de Beckham, a la Unidad de Investigación de La República.

“Ese día justo él descansaba. Justo me dice ‘papi voy a trabajar hoy’. Fui, hice las compras y me dice ‘estoy cansado ayer he trabajado duro’. Ya hijito, descansa le dije, ‘pero quiero 20 soles para que me des para mi deporte’, me dijo. A él le gustaba jugar fútbol”
Hilaria Aime (mamá)
Christopher Ramos (15)
Reider Rojas (papá) y Nilda García (mamá)
Clemer Rojas (22)
“Él se dedicaba a trabajar con su bayati —una moto—, tenía un platanal, tenía una chacra también de café y plátano. Ha dejado todo sembrado, cultivado. Él no tenía ganas de morir, estaba trabajando”, relata Susan, hermana de Diego Galindo, un mototaxista de 40 años que también trabajaba la tierra de su chacra y que murió por impacto de bala en Pichanaqui, en Junín.
Susan solo temblaba al escuchar desde su casa las balas, perdigones y bombas lacrimógenas que lanzaba el Ejército y la PNP. Se tuvo que esconder en el sótano porque los gases habían formado una neblina en toda su vivienda, por lo que decidió retirarse con sus hijos e ir al hogar de su suegra, mientras su hermano se quedó durmiendo.
Al levantarse, Diego salió pensando que la situación estaba más calmada. Caminó hasta la esquina en la que se encontraba su casa, se sentó en la banca por un momento y luego volvió a andar. Dio 10 pasos sin saber que dos balas le perforarían el pecho y el brazo, lo que impidió que continúe su recorrido, su vida. Lo subieron a un pequeño bote y lograron llevarlo al hospital de Pichanaqui.
Fuente: republica
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