"Venezuela 2024: Crisis Económica, Desafíos Políticos y el Futuro de América Latina"

1/12/2024

Son varios los certificados de defunción que ha fedateado la crisis venezolana. Uno de ellos, por supuesto, es el de la otrora importante diplomacia peruana, aun cuando a nadie parece importarle esta situación. También, el de una izquierda política anquilosada, maniatada por la perpetua fantasía de “lo popular”. Luego, sin duda, el del sistema hemisférico -OEA-, incapaz no solo de actuar, lo que no hace desde hace décadas, sino incluso de ponerse de acuerdo en cuestiones tan significativas como lo que acontece en Venezuela, por disensos mínimos.


De otra parte, Venezuela también revela la historia inevitable no sólo de ese país sino de gran parte de América Latina. Para el caso, lo adjetivo es que el régimen de Maduro se denomine socialista, cuando lo fundamental es que haya perpetrado un inmenso desastre, muy parecido a los acontecidos en otros lugares de la región, sin importar el sello ideológico con los que se identificaban. 

Detrás de la agitación social, radica un colapso económico prolongado: "Venezuela ha experimentado una recesión sin precedentes para un país latinoamericano o globalmente para un país sin guerra. La contracción económica entre 2014 y 2021 superó el 70%".

Aun cuando haya amenguado la hiperinflación que sufrió entre 2018 y finales de 2019, es prematuro afirmar que se han restablecido las pérdidas acumuladas en la última década. El Producto Interno Bruto está recuperándose lentamente, con un valor estimado de 102,300 millones de dólares estadounidenses en 2024, pero sigue siendo una fracción de los niveles anteriores a la crisis. Aun así, la deuda pública nacional pudo haber alcanzado entre 120-200 mil millones de dólares en 2023, agravando la más que precaria situación económica. De igual manera, aunque la tasa de desempleo se encuentra relativamente baja, 5,5%, esta cifra no refleja plenamente el subempleo y el trabajo informal que enfrentan actualmente muchos venezolanos.

De otro lado, si bien la inflación venezolana ya no es la más alta de América Latina -Argentina supera el 200% anual- se mantenía por encima del 50% en junio de 2024, afectando directamente el nivel de vida de los venezolanos. El salario mínimo ha permanecido congelado en 130 bolívares desde marzo de 2022, con un valor actual de aproximadamente 3.50 dólares. Si bien en mayo el presidente Maduro anunció un aumento en los bonos estatales para el sector público, que incluyen el salario mínimo, un bono de alimentación de 40 dólares y un "Bono de Guerra Económica" que aumentará de 60 a 90 dólares; los resultados de esta situación son, entre otros, más del 80% de la población viviendo en pobreza y  53% enfrentando la pobreza extrema.

Pero, no son solamente las presiones económicas. Junto a ellas, destacan los desafíos políticos y sociales alimentados por la terca continuidad de un entramado de relaciones entre el Estado y la sociedad venezolana, que Fernando Coronil ha denominado el “Estado mágico” o, en otras palabras, la constitución del petro-Estado. Como señala Edgardo Lander, con la revolución bolivariana, Venezuela se volvió “más rentista que nunca”.

De manera certera, Lander afirma que en lugar de existir un partido revolucionario que controle al Estado, desde el petro-Estado se creó, financió y dirigió al partido, siguiendo el patrón clásico de un Estado nacional, que se arroga la representación de la nación, del pueblo y del bien común; y, en esa lógica, es el lugar donde necesariamente debieran concentrarse todas las iniciativas y las principales decisiones.

Como podrá suponerse, esto niega tajantemente cualquier aspiración democrática, en tanto descarta, niega, mutila, la única forma en la cual es posible asentarla: amplios, variados y múltiples procesos de experimentación social autónomos, que surjan de la diversidad de las prácticas, de las memorias y los proyectos de los diferentes pueblos, sectores sociales, regiones y culturas del país.

De esta manera, desde la izquierda no son cuestiones de cálculo -político o pecuniario- lo que debería estar en juego. Son principios. Por eso la enorme importancia de la posición del presidente chileno Gabriel Boric, antes incluso de desencadenarse la actual crisis venezolana. El 10 de marzo, refirió claramente que en la izquierda en general, y en América Latina en particular, “ha habido una tendencia a no hacerse cargo de los errores propios”, tipificando como tal la defensa de ciertos regímenes, “porque se entienden como parte de la misma familia”.

Boric fue muy claro y tajante en esto: “No miro el color político de una persona que viole los derechos humanos o restrinja libertades que son esenciales”. Por supuesto, estaba plenamente consciente de las críticas que eso provocaría, pero, consideraba que políticamente era un error cerrar los ojos a las gravísimas violaciones de derechos que hacen los regímenes que se denominan de izquierda, creyendo ingenuamente que esto es propio sólo de la derecha que está al frente: “la gente no es tonta y esas confusiones o desviaciones le hacen mal a la política”.

Resumen

El análisis sobre la crisis venezolana y su impacto en diversos aspectos políticos, económicos y sociales refleja un panorama que sigue siendo crítico en 2024. A continuación, un resumen actualizado basado en las tendencias recientes:

1. Situación económica

Contracción prolongada: Venezuela continúa luchando con las secuelas de una recesión económica histórica, con una reducción acumulada del PIB superior al 70% desde 2014. A pesar de una modesta recuperación, el PIB proyectado para 2024 (aproximadamente $102,300 millones) sigue siendo una fracción de los niveles previos a la crisis.

Inflación persistente: Aunque la hiperinflación ha sido controlada, la inflación anual sigue superando el 50%, lo que afecta gravemente el poder adquisitivo. El salario mínimo, estancado en 130 bolívares desde 2022 (equivalente a $3.50), representa una fuente de ingresos insuficiente para cubrir las necesidades básicas.

Deuda pública: La deuda nacional, estimada entre $120,000 y $200,000 millones en 2023, sigue siendo un lastre para la economía venezolana, limitando las opciones de políticas públicas.

2. Impacto social

Pobreza masiva: Más del 80% de la población vive en condiciones de pobreza, y más del 50% enfrenta pobreza extrema. Aunque el gobierno ha incrementado ciertos bonos estatales, estos esfuerzos no han logrado revertir las profundas desigualdades y el subempleo masivo.

Migración: Millones de venezolanos han abandonado el país, lo que ha generado tensiones migratorias en países vecinos y ha reducido la capacidad productiva interna.

3. Desafíos políticos

El rol del petro-Estado: Como ha señalado Edgardo Lander, el modelo rentista venezolano se ha profundizado durante la revolución bolivariana, consolidando un sistema en el cual el partido político en el poder depende del control estatal y los ingresos petroleros. Esto ha impedido la construcción de instituciones democráticas autónomas y funcionales.

Derechos humanos: Persiste la preocupación internacional por la violación de derechos fundamentales y la falta de libertades políticas. Líderes como Gabriel Boric han subrayado la importancia de una autocrítica dentro de la izquierda latinoamericana, condenando las violaciones sin importar la afiliación ideológica.

4. Perspectiva internacional

OEA debilitada: La incapacidad de la Organización de Estados Americanos para abordar eficazmente la crisis venezolana subraya el debilitamiento del sistema hemisférico en temas de gobernanza democrática.

Posición de Chile: El presidente Boric ha liderado un enfoque más crítico dentro de la izquierda, condenando las violaciones de derechos humanos sin importar el color político. Su postura podría influir en un cambio de narrativa en la región.

Venezuela sigue siendo un espejo de los desafíos estructurales de América Latina: la dependencia de economías extractivas, la fragilidad institucional y los sistemas políticos autoritarios. A medida que el país busca estabilizarse, las lecciones aprendidas deben impulsar una agenda regional más comprometida con la democracia y el desarrollo inclusivo.

Por: pegaso125
Fuente: desco