Cuando el joven oficial Vladimiro Montesinos se encontró frente al cadáver de su padre suicida, miró a sus acompañantes y les preguntó: "¿Será que la muerte de este hijo de puta podrá perjudicar mi carrera?".
La anécdota confirmada muestra de cuerpo entero la catadura moral del hombre que entre 1990 y 2000 lideró la mega organización político-criminal que causó tanto daño al Perú.
Vladimiro Lenin Montesinos Torres (la "o" del nombre se la agregó luego para ocultar las obvias simpatías comunistas del padre), nació hace 56 años en Arequipa, la segunda ciudad del país, en el seno de una familia conocida por sus cualidades intelectuales y su compromiso con los ideales de izquierda.
Desde que ingresó al Ejército, el futuro hombre más buscado del Perú se caracterizó por su habilidad para las tareas de inteligencia y sobre todo para las maquinaciones y las intrigas, las mismas que serían el sustento de su vida.
Relacionado con la más alta oficialidad casi desde sus tiempos de cadete, la carrera militar de Montesinos terminó abruptamente al ser expulsado cuando era capitán, por un incumplimiento de órdenes que según se establecería después estaba relacionado con su actividad secreta: agente de la CIA, la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos.
El entonces ya ex capitán pasó un año en prisión y afrontó un proceso por traición a la patria. Durante tres lustros su foto se exhibió en los cuarteles como la de una persona no grata cuyo entrada estaba prohibida.
En ese lapso, Montesinos comenzó a ejercer como abogado y trabajó en la defensa de reconocidos narcotraficantes. Sus habilidades en la materia, que incluían las "pérdidas" de expedientes y las amenazas a jueces, lo hicieron famoso en el medio. El mismo, entonces, se hizo parte de la mafia.
En 1990, cuando era además "datero" del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), Montesinos recibió un encargo que cambiaría la historia del Perú: El recién electo presidente Alberto Fujimori lo contrataba para que con sus artes arreglara el problema de evasión de impuestos que lo estaba perjudicando.
Nació entonces una gran amistad entre los dos personajes, que le permitió a Montesinos convertirse en el poder detrás del trono.
Con prácticas irregulares, el asesor tomó el control de las Fuerzas Armadas, el Poder Judicial, la Fiscalía, la estructura partidaria oficialista y buena parte de los medios de comunicación.
Mientras políticamente podía aplicar las ideas ultraderechistas con las que siempre soñó, el jefe de hecho de inteligencia maquinaba diversos delitos, que incluían asesinatos, narcotráfico, tráfico de armas y corrupción en todas las modalidades y dimensiones.
Investigaciones oficiales han confirmado que Montesinos y su entorno captaron al menos 264 millones de dólares mediante sus mañas, pero los analistas temen que la cifra pueda ser considerablemente mayor.
El régimen "fujimontesinista" se desmoronó cuando la corrupción, que se grababa en videos y emitía recibos, quedó al descubierto.
La ruptura del "matrimonio" entre el presidente y su asesor obligó al último a fugarse con rumbo a Venezuela, donde tras muchos inconvenientes y suspicacias cayó preso en la noche del sábado.
Durante meses, el país observó anodadado el "show" de los "vladivideos" y vio como en la oficina del SIN se manejaban suciamente los asuntos del país y desfilaban los más disímiles personajes para cobrar las cuantiosas propinas por sus servicios.
Ahora las peruanos esperan la caída del que consideran el "codirector" de la empresa criminal, pero éste cuenta con la protección abierta de Japón y todos reconocen que será mucho más difícil sentarlo en el banquillo.
Montesinos debe ser entregado al Perú y se da por descontado que se lo condenará a cadena perpetua.
Esta vez, como en las películas, el malo perdió.
Fuente: Gonzalo Ruiz Tovar
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