ALBERTO FUJIMORI ¿CULPABLE O INOCENTE?

Lima 12 de setiembre del 2024

En diciembre del 2007, hace 17 años se inició el juicio a Alberto Fujimori por los llamados casos Barrios Altos y la Cantuta, el cual duró casi año y medio, hasta abril del 2009. 

Al término del juicio Alberto Fujimori, fue sentenciado, como todos sabemos, a 25 años de cárcel al encontrársele culpable de ser el autor mediato de los  crímenes imputados. 


¿Qué es la autoría mediata? 

La autoría mediata radica en la realización del delito a través de otra persona, quien es, por lo general, un instrumento que ignora el delito. Es decir, los autores mediatos “«realizan» el hecho, aunque sea «por medio de otro del que se sirven como instrumento»

A través del año y medio del juicio a AF vimos a los fiscales, básicamente al fiscal Avelino Guillén, intentar por todos los medios de implicar a Alberto Fujimori en las acciones criminales de un minúsculo grupo de oficiales y suboficiales del ejército que realizaron los crímenes de barrios altos y la Cantuta, quiénes ya estaban sentenciados y purgaban carcelería por ellos, en ese entonces.     

Por otro lado, la defensa de Alberto Fujimori, encabezada por César Nakasaki, buscaba desvirtuar todas y cada una de las acusaciones y pruebas que presentaba el fiscal Guillén. 

Al final del juicio quedó claro que no existía ninguna prueba que implicara a Fujimori en la decisión y acción del llamado grupo colina. Ninguno de los testigos señaló a Fujimori, como el que dio la orden, o influenció sobre ellos, la mayoría de los autores convictos y confesos ni siquiera conocían al entonces presidente, la fiscalía fue incapaz, así mismo, de mostrar una sola prueba; discurso, mensaje, oficio, informe o cualquier acto verbal o documento escrito, donde se muestre que Fujimori decidió, ordenó o instigó a que se cometan esos crímenes. 

La actuación del abogado defensor fue brillante y la de los fiscales absolutamente mediocre. 

Sin embargo, el juez y presidente de la sala sacó como un as debajo de la manga la teoría de la autoría mediata y organización criminal en el poder y, a pesar que el abogado defensor desbarató con lúcida brillantes esta tesis, la decisión del colegiado fue unánime y condenatoria. El tribunal estuvo compuesto por un juez cesado por Fujimori 15 años antes y recién repuesto 7 años después, quien se desempeñó como presidente del mismo, estuvo integrado, además, por un juez supremo de 48 años de edad  recién incorporado como tal ese año 2007 y un juez supremo provisional que nunca llegó a ser titular. 

Más allá de la injusta condena a Fujimori, que en realidad fue una condena y sentencia contra todos los policías, militares y civiles, que se enfrentaron, lucharon, resistieron y murieron a causa del terror causado por sendero luminoso.

La sentencia a Fujimori por ese hecho fue un triunfo de sendero, el movadef, del marxismo y comunismo, hecha y ejecutada a través de sus satélites de entonces; el progresismo, que es lo que conocemos hoy como los caviares. 

La actuación de Avelino Guillén, un fiscal mediocre y desaprobado, tan ponderada por los marxistas y comunistas de entonces, dio paso a la más absoluta mediocridad en el ministerio público. Los malos, mediocres, y parcializados fiscales de hoy, son producto del endiosamiento, en ese entonces, del fiscal Guillén. 

La presunción de inocencia para los funcionarios públicos desapareció con la sentencia de San Martín y compañía, de ahí en adelante no es necesario que se demuestre con absoluta y total claridad la culpabilidad de alguien en el poder, sino que, por ser autoridad eres culpable de antemano, también, de cualquier delito tropelía que cometan tus subordinados. Ahí están las acciones y declaraciones de una fiscal y las sentencias de muchos jueces denominados “caneros”, que confirman la absoluta indefensión que existe hoy en el Perú.

El actual desmadre en el ministerio público y la cacería de brujas en contra de los ciudadanos peruanos que se dedican a la política y función pública tiene, en esta insólita e injusta condena a Alberto Fujimori, su punto de partida. 

Creo justo y necesario escribir este artículo, con ocasión del fallecimiento de Alberto Fujimori, de quien fui adversario, opositor y contrario cuando estuvo en el poder y de quien, siempre, sostuve su inocencia, de los casos barrios altos y la Cantuta, cuando ya no tenía ninguno.

El juicio de la historia dirá su última palabra en cuanto a sus acciones como mandatario. 

Paz en la tumba a los caídos. 


Por: Augusto Cáceres Viñas