El último fusilamiento en Perú por traición a la patria: Una historia de espionaje en medio de gobiernos militares

 08 Sep, 2022

Un exsuboficial de la FAP fue señalado como uno de los espías contratados por el gobierno chileno alrededor del año 1978. La información solicitada era para ver el armamento que Perú poseía en aquel entonces; sin embargo, luego de 49 años, su historia aún no es del todo clara.



El caso de Julio Vargas Garayar, el espía peruano. (Captura)

La Guerra del Pacífico marcó un hito en la historia de Perú, Chile y Bolivia. El saldo de ello fueron territorios ganados, territorios perdidos, recursos cedidos, el comienzo de una nueva era para cada gobierno y muchas muertes.

Si bien aquella guerra terminó en 1884 tras un pacto de tregua, las heridas quedaron durante algunos años más y se convirtieron en el anhelo principal de algunos políticos y también en el insumo primordial de popularidad. Cerca de llegar al centenario de aquel conflicto, Perú descubrió que había espías en su territorio y que la información clasificada sobre armamentos ya tenía un precio.

No obstante, se trató de un caso muy rápido y poco claro, tal como lo señala el historiador, Bruno Polack.

El último espía fusilado por traición a la patria en Perú

Eran las 6:00 a.m. del 20 de enero de 1979 y Julio Vargas Garayar, un suboficial de la Fuerza Aérea del Perú (FAP) de 26 años, fue fusilado, ¿el motivo? Traición a la patria bajo la modalidad de espionaje en favor del gobierno chileno, que era presidido en aquel entonces por Augusto Pinochet.


El caso de Julio Vargas Garayar, el espía peruano. (Captura)

La población no supo del fusilamiento hasta conocer el comunicado del entonces llamado Gobierno Revolucionario de las F.F.A.A., que bajo Resolución Ministerial 0099-79 de Aeronáutica dejaba en claro que la sentencia de pena de muerte se había cumplido a la hora mencionada y que también había sido privado de los honores y derechos que le correspondía como miembro de la Fuerza Aérea del Perú.

Hay que tener en claro dos cosas. Perú pasaba cerca del final de la dictadura militar y a su vez anhelaba la reivindicación de la Guerra del Pacífico, y que se cumplían 100 años de aquel suceso.

Francisco Morales Bermúdez era el presidente del Perú en esa época, y al gobernar bajo una dictadura, la población no se enteraba de estos casos. El caso de Julio Vargas no se supo hasta después de su muerte y salieron más testimonios luego del fin de la gestión del militar que llegó al poder tras un golpe de Estado.


Francisco Morales Bermúdez Militar y político y militar peruano, presidente de la república entre 1975 y 1980

“Todo se mantuvo en secreto. La población no reaccionó mucho porque no sabía qué era lo que pasaba en realidad. En la revista Caretas se habló del tema y el resultado fue una sanción por parte del gobierno de Bermúdez”, declaró Polack.

¿Cómo fue que Julio Vargas fue contactado por los chilenos para ser espía?

En 1976, el joven suboficial de la Fuerza Aérea del Perú (FAP), ingresó a trabajar en la embajada de Chile que estaba ubicada en Lima. Según la versión dada por la milicia peruana, Vargar Garayar fue contactado directamente por oficiales del gobierno chileno para ser espía.

Según se supo, el trabajo que hacía era realizar tomas fotográficas a las bases aéreas del Perú, entre ellas la de La Joya en Arequipa.

El servicio de inteligencia del Perú manifestó que los chilenos le entregaron una cámara Kodak 125 y dinero.

El seguimiento que le hizo Perú a los espías chilenos

A finales de 1978, llegaría al puerto de Talara ubicado en Perú, un barco de BT Beagle de Chile, para recargar su combustible; sin embargo, hubo algo que llamó la atención de la armada peruana. Este transporte marítimo trasladaba a dos oficiales chilenos, el capitán Sergio Jarpa y el teniente Alfredo Andozegui.

Sin dudar de que su presencia se hacía sospechosa, se dirigieron a la base militar peruana en Talara para poder tomar fotografías de los nuevos aviones de combate que el Perú había adquirido de la Unión Soviética (URSS).

Un exhaustivo seguimiento por parte de la Policía de Investigaciones del Perú (PIP), permitió la captura de los oficiales chilenos en el mismo lugar. Al ser capturados, los interrogatorios comenzaron, y la defensa peruana terminó siendo sorprendida por la increíble respuesta de los oficiales sureños.

Solo cumplían órdenes del embajador chileno en Perú, Francisco Bulnes Sanfuentes, un político con gran trayectoria en su país. Pero eso no fue todo, pues confirmaron la existencia de cuatro espías chilenos más. Rápidamente, la defensa peruana logró ubicarlos y fueron capturados en la base aérea de La Joya, en Arequipa.

El expresidente Morales Bermúdez, decidió llamarlo “persona no grata” en el país, y es así que Bulnes es expulsado de tierras peruanas, pero antes hizo un pedido y era retirarse con todos sus compatriotas, es decir, con los espías chilenos.

Línea del tiempo de la muerte del último espía fusilado

Se le aplicó la pena de muerte al suboficial de la FAP y luego se declaró persona no grata al embajador chileno en Perú. A continuación, te mostramos la línea del tiempo de la muerte de Julio Vargas Garayar.

- El 9 de noviembre de 1978 la Fuerza Aérea del Perú denunció al suboficial peruano.

- El 14 de diciembre, el tribunal militar declaró culpable a Julio Vargas, condenándolo a recibir la pena de muerte y realizar un pago por reparación civil de 100.000 soles a favor del Ministerio de Aeronáutica.

- El 15 de diciembre el expediente fue elevado al Consejo Supremo de Justicia Militar tras la apelación del abogado de Vargas Garayar.

- El 19 de enero de 1979 se confirma la sentencia apelada y se le niega el indulto que había solicitado.

- El 20 de enero de 1979, Julio Vargas es fusilado.


DATO: En esa época la constitución que regía al Perú era la de 1933, donde la pena de muerte era válida para casos de traición a la patria.


¿Por qué Chile pagaba por espiar a Perú?

En Perú existía una corriente de soberanía y recuperación de territorio perdido durante la Guerra del Pacífico. Era un anhelo que los gobiernos militares peruanos manifestaban.

Chile sabía que en 1979 se cumplían 100 años de aquel histórico enfrentamiento y Pinochet, el expresidente de Chile, creía que Bolivia, Argentina y Perú podían aliarse para enfrentarlo y recuperar los territorios perdidos.

El historiador peruano, Bruno Polack cuenta cómo fueron aquellos años para los peruanos que vivían en Chile o que tenían familia en dicho país.

“Mi tío nació en Perú, pero vivió toda su vida en Chile. Su madre era peruana y su padre chileno. Él me contó que en esos años venía a Perú y un tío que era militar lo recogía al cruzar la frontera de Tacna. Cuando él regresó a Santiago de Chile, las milicias chilenas lo detuvieron y comenzaron a interrogarlo. Eso nos puede dar una idea de qué tan tenso eran esos años para los chilenos y sobre todo para los peruanos que viajaban ahí por diversos motivos”.


Más versiones sobre la verdad de la muerte de Julio Vargas

Una fuerte leyenda existe alrededor de aquel hecho. Morales Bermúdez habría descubierto que fueron un total de siete implicados por espionaje, lo cual significaba un hecho bochornoso para el país, tomando en cuenta que se trataba de un gobierno militar.




El caso de Julio Vargas Garayar, el espía peruano. (Captura)

Para evitar caer en cuestionamientos a su gobierno, el expresidente habría decidido liberar al canciller chileno, junto con sus militares, y fusilar a Vargas, quien habría sido un contraespía, es decir, una persona que se hacía pasar por espía o traidor con el fin de otorgarle información falsa a Chile y recabar informes esenciales para Perú. Asimismo, se defendió indicando que trabajaba para el Servicio de Inteligencia de Perú.


El mismo Vargas antes de morir mencionó ello y, además, agregó que se declaró culpable por las torturas que recibió mientras estaba detenido.



Las últimas palabras de Julio Vargas Garayar. (Composición)


Años más tarde, su hija, María Consuelo Vargas Chávez, publicó unos videos en la plataforma de YouTube, donde mencionaba que ella no creía que su padre haya sido un espía y que su muerte se había dado de forma injusta, pues nunca logró ver el cuerpo y su familia tampoco pudo velarlo.


“[...] A mi padre lo sentenciaron en el fuero militar. Él se culpó porque lo sometieron a crueles torturas [...] Lo violaron uno a uno, le pasaron corriente eléctrica, le hicieron comer excremento, por las noches lo llevaban desnudo a la playa, lo golpeaban y dormpia en el suelo”, exclamó su hija.

Por: Maria Elena Mamani