1992: LIMA EN LA ESPIRAL DE LA VIOLENCIA (Tarata, Cantuta, Canal , otros)

 El contexto de la violencia en la ciudad

La madrugada del 18 de julio de 1992, la ciudad aún no se reponía de la terrible violencia que la había golpeado días antes. En la antevíspera, dos vehículos cargados con unos quinientos kilos de anfo habían estallado a las 8 de la noche en el jirón Tarata, en pleno corazón del exclusivo distrito de Miraflores. El resultado: veintidós muertos, más de cien heridos, alrededor de doscientas viviendas inutilizadas, varios edificios destruidos y el pánico generalizado.


Atentado en la calle Tarata fue un acto orquestado desde la directiva de Sendero Luminoso

Simultáneamente, los milicianos senderistas hicieron estallar un coche bomba contra las instalaciones del municipio del populoso distrito de Villa El Salvador y la comisaría del lugar

La fuerte explosión dañó el local de Radio Stéreo Villa y unas cien casas de las inmediaciones. Los atentados habían sido precedidos de un apagón, y de ataques a comisarías ubicadas en el vecino distrito de Villa María del Triunfo. 

Cercano estaban los coches bombas en la residencia del embajador de Estados Unidos, contra las instalaciones del canal 2 y el cuartel del Ejército "Los Borbones".

Las bombas de mediados de julio remecieron políticamente al gobierno. 

Tres meses antes, el 5 de abril, el presidente Fujimori planificó con las FFAA un autogolpe de Estado disolviendo el Parlamento, interviniendo el Poder Judicial, el Tribunal de Garantías Constitucionales y el Jurado Nacional de Elecciones; contando con el 81% de apoyo de la opinión pública a nivel nacional.

 El principal argumento esgrimido por Fujimori para sustentar esta drástica medida era la de enfrentar eficientemente la violencia política y reconstruir la gobernabilidad del país.9 1991 y 1992 fueron los años de mayor acciones subversivas. 

En ese contexto para las FFAA, ciertos sectores del Ejecutivo y en especial para el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), se desprendía la necesidad de actuar con firmeza y sentían que el formato democrático constituía un elemento que perturbaba y atentaba contra la eficacia de las medidas antisubversivas necesarias.

Sin embargo, los sucesos de Tarata ponían en cuestión el autogolpe. Más bien crecía en la opinión pública la certidumbre de que era SL el que tenía la iniciativa en la guerra, asediando la capital, tocando las puertas mismas del centro del poder político. 

A pesar de las medidas legislativas dictadas por el nuevo gobierno de Reconstrucción Nacional, las acciones subversivas no habían parado. 

Entre enero y julio del 92 se produjeron en todo el país 1,116 atentados y 1,778 víctimas, concentrando Lima el 65% de las acciones senderistas. 

El 18 de mayo, SL celebraba en todo el país sus 12 años de "guerra popular", decretando paros armados en Arequipa, Cusco, Junín, Pasco y Puno. 

La táctica de "batir el campo" había sido trasladada a Lima pero, a diferencia del campo, en la ciudad tenían que enfrentar a un tejido social mucho más denso en la cual los dirigentes barriales eran un factor determinante. 

Para SL, estas dirigencias, así como el entorno que las promueve, sean ONGs, partidos o la propia iglesia, eran el "revisionismo" y en tal condición, "sostén del Estado caduco y genocida". Por ello desatan una campaña de eliminación y aniquilamiento selectivo de las principales dirigencias barriales y populares . 

En total, durante 1992, en las barriadas periféricas de Lima cayeron acribillados por SL 27 dirigentes vecinales, 5 dirigentes políticos, 7 ex-dirigentes, 3 sindicalistas y 73 pobladores de distintas ocupaciones.

Un clima de inseguridad se apoderó entonces de Lima. El 14 de febrero SL realizaba un paro armado, el 15 de del mismo mes la dirigente barrial de izquierda María Elena Moyano era asesinada por SL en el distrito de Villa El Salvador, y entre el 6 y el 9 de junio tropas del ejército y la Policia Nacional asaltan y debelan un motín senderista en el penal de Canto Grande

Según una encuesta aplicada en junio del 92, el 84% de limeños afirmaba que el terrorismo había conseguido crear miedo en la población; y un 72% de que el terrorismo no terminaría para 1995 como lo había prometido el presidente Fujimori en 199215. Durante 1991 SL perpetró en Lima más de 900 atentados que dejaron más de 400 muertos. 

En 1992, el número de atentados fue similar, aunque las víctimas llegaron a 350. 

Así, en estos dos últimos años (1991-92), el accionar propiamente militar de la organización senderista en Lima se intensificó; el número de atentados en relación a los dos años anteriores (1989-90) creció en un 100% y el de víctimas en un 600% (Tapia 1997:145).

Los reproches y exigencias al gobierno no se dejaron esperar, incluyendo el pedido de pena de muerte para los senderistas

Por el miedo generado aquellos días, un amplio margen de la población "delegó" su confianza en el nuevo poder fujimorista para que éste devuelva la paz y el orden a la sociedad. 

Esta "delegación" coincidiría paradójicamente con el ánimo de venganza y de escarmiento en ciertos sectores de las Fuerzas Armadas, que pensaban que la solución al problema senderista pasaba, exclusiva o principalmente, por el exterminio físico de los subversivos. 

Como se revelaría años después, cada uno de los pasos de la matanza de los estudiantes fue cuidadosamente planificado y conversado por altos mandos militares, oficiales operativos del Servicio de Inteligencia y miembros del grupo Colina

Pero antes narraremos los antecedentes y el contexto político de la universidad anterior a la matanza en 1992.

Fujimori y Sendero: una visita y una presencia


Universidad La Cantuta en los años 90

En la mañana del martes 21 de mayo de 1991, el presidente Fujimori decidió visitar La Cantuta, jaqueada por una minúscula pero hegemónica militancia senderista. 

Desde temprano las fuerzas del ejército habían acordonado la zona, mientras helicópteros sobrevolaban el lugar a la espera de cualquier movimiento sospechoso. 

Fujimori presumía el recibimiento que le esperaba. Unos años antes, el 13 de febrero de 1987, como rector de la Universidad Nacional Agraria y presidente de la Asamblea Nacional de Rectores, lideró una comitiva para liberar a centenares de estudiantes de San Marcos, La Cantuta y de Ingeniería, detenidos en un operativo policial. "Yo no admito -declaraba por entonces Fujimori- que se diga que las universidades son un foco de subversión o la causa del terrorismo. La ineficacia de la estrategia antisubversiva para combatir al terrorismo no puede encubrirse con este tipo de intervenciones" (citado en: Rúa 1996:18). 

Cuatro años más tarde, en una posición distinta, Fujimori realizaría una visita que presagiaba cambios radicales en la vida futura de los cantuteños.

Apenas cruzó la puerta de ingreso, los estudiantes advirtieron su presencia y armados de piedras y huevos, generaron un pandemonium: una lluvia de piedras recibió a Fujimori y éste apenas pudo transponer la puerta de ingreso. 

Policías y soldados lanzaron disparos al aire para contener a los enfurecidos estudiantes. Controlada momentáneamente la situación, la comitiva se apresuró en organizar la entonación del himno nacional, acallado por una poderosa silbatina. 

Enfurecidos, los estudiantes lanzaban gritos contra el presidente. A pocos metros un pequeño pero belicoso grupo agitaba consignas identificadas como senderistas: "Combatir y resistir la represión del fantoche Fujimori", "Proteger La Cantuta trinchera de combate del pueblo".

 El rector de La Cantuta, Alfonso Ramos Geldres, le dio alcance a Fujimori mientras éste avanzaba hacia la vivienda universitaria. Luego intentó visitar algunas facultades, pero nuevamente una lluvia de piedras lo hizo desistir. Un tomate le cayó cerca, una piedra lo alcanzó por la espalda. Con los brazos en alto, optó por retirarse, cubierto por soldados y guardaespaldas que trataban de protegerlo. Antes de marcharse en su carro blindado dijo al rector Ramos Geldres: "... hemos hecho todo lo posible por ayudar a su universidad."

En la cresta de su popularidad, y cuando todas las encuestas le daban porcentajes de aprobación por encima del 60%, Fujimori se retiraba humillado por un contingente de estudiantes, al que no tardó de tildar de subversivos:

"Esta es una primera inspección. Esperábamos este recibimiento. Pero lo que no podrán detener es la firme decisión de poner orden en las aulas. No es posible tener una universidad donde se enseña a destruir al país con ideologías terroristas. No olvidemos que aquí se forman los futuros profesores de nuestros hijos".

Los estudiantes, posicionados en los techos y las áreas de acceso al campus celebraron la retirada con aplausos y gritos desenfrenados. Ese mismo día por la tarde, Fujimori se dirigió a la ciudad universitaria de San Marcos. Allí se volvió a repetir, en menor medida, la escena anterior: gritos de protesta, piedras sobre el presidente. Dos petardos se hicieron escuchar por la Facultad de Letras. No obstante, Fujimori logró ingresar por unos minutos, los suficientes para declarar a la prensa y resarcirse de los malos momentos pasados en La Cantuta:

"... es hora de poner orden y disciplina en las universidades para poner fin a la infiltración subversiva... tenemos que erradicar y extirpar la presencia de estos grupos subversivos, que atenta contra la autonomía de la universidad... No haremos intervenciones violentas de ninguna manera, pero sí vamos a realizar trabajos con orden y disciplina, no queremos hacer requisas ni detenciones masivas de estudiantes, como se hacía anteriormente."

Sin embargo, a las tres de la madrugada del día siguiente, las tropas del ejército hacían su ingreso a La Cantuta y San Marcos. En La Cantuta entraron cerca de un millar de policías y soldados del ejército. Lo primero que hicieron fue dirigirse a la residencia de los estudiantes. 

Buena parte de los 300 residentes habían abandonado el local prevenidos por los anuncios de la intervención. Disparos y explosiones se escucharon en los alrededores. 56 estudiantes fueron sacados de sus habitaciones.

En algunos dormitorios los soldados lograron encontrar propaganda senderista: folletos, volantes, afiches y algunos videos que mostraban la acción del "partido" en la universidad y la carretera central, donde se ubica el campus. 

Las imágenes iban acompañadas por una voz que narraba que La Cantuta era: "... la vía de entrada del campo a la ciudad, que necesariamente el Partido Comunista del Perú, a través del Ejército Guerrillero Popular, habría de transitar cuando llegue el asalto final". Proseguía la voz: "La Cantuta es una universidad con sello de clase", mostrando las "heroicas" pintas hechas en la residencia universitaria, el comedor, las facultades: "¡Gloria al día de la heroicidad!"; "Viva la Guerra Popular"; "Combatir y resistir, PCP, Socorro Popular". 

En una de las paredes del comedor universitario, se podía apreciar el rostro del "Presidente Gonzalo", quien con mirada enérgica, vigilaba el diario trajinar ideológico y digestivo de los estudiantes. "Aquí se forman los mejores hijos del pueblo...", continuaba el narrador.

En efecto, desde 1986 los cuadros senderistas en La Cantuta dejaron de ser un grupúsculo y pasaron a tener una presencia más activa en la universidad. Su crecimiento lento y pausado se produjo gracias a la acción de muchos profesores, la formación de talleres de estudios marxistas, grupos de música y danza folklórica, academias pre-universitarias, y por cierto, al fraccionamiento de los grupos de izquierda que actuaban en la universidad. 

Para muchos estudiantes los partidos de izquierda ya no representaban una opción de cambio real para el país, pero dejaban el terreno abonado con ideas del marxismo-leninismo-maoísmo24. En ese contexto, los discursos radicales provenientes del marxismo en su versión maoísta y leninista encontrarían eco en los sectores estudiantiles más excluidos, quienes al no encontrar canales democráticos para hacer llegar sus demandas al estado optan por una radicalización ideológica que lindaba con el llamado a la insurrección armada, y donde SL y el MRTA eran uno entre otros que proclamaban la necesidad de la violencia revolucionaria para la toma del poder. En el caso de SL, estos pensaban que la revolución comunista para un país como el Perú, semifeudal y semicolonial, asumirían la forma de "guerra popular prolongada del campo a la ciudad (Degregori 1990, Hinojosa 1999)26. El MRTA, inspirado en el modelo foquista de guerrila latinoamericana, consideraba que la edificación del socialismo y el poder popular sería posible gracias al accionar del proletariado y los sectores democrático-nacionales. En ambos casos, sus proclamas no se distinguirían notoriamente de los demás partidos de izquierda, sino fuera por haber descartado todo rastro de ambivalencia y abrazado el camino de la violencia.

Precisamente, SL creó el "Movimiento Juvenil Popular" que fue ganando adeptos, desnudando y exacerbando la inconsecuencia de los otros partidos de izquierda demostrando la disociación entre su "teoría y su praxis", pues privilegiaban la lucha política dentro de los parámetros de la "democracia burguesa" y no en el diario trajinar de los camaradas que se encontraban en las "luminosas trincheras de combate", como llamaban a sus militantes del Ejército Guerrillero Popular. Para el pueblo, o para ser más específico, para los "hijos del pueblo" no quedaría más opción que la lucha armada.

EL Partido Comunista Peruano, Patria Roja, por entonces la agrupación maoísta más fuerte en la universidad, iba perdiendo su hegemonía en los gremios docentes y estudiantiles. Ya no eran sus clásicos rivales (PUM, UNIR, Vanguardia Revolucionaria Marxista-Leninista, Partido Comunista Peruano) con los que se disputaban la Federación de Estudiantes, sino ahora lo hacían frente a una agrupación que en la medida que radicalizaba sus discursos multiplicaba sus adeptos, defensores y simpatizantes. Las bases sociales senderistas no habrían estado compuesta sólo por sus militantes activos (cuadros políticos-militares), sino además por esa gran base potencial de simpatizantes entre estudiantes, docentes y administrativos que les otorgaba un sentido de legitimidad en la universidad.

Desde entonces SL lograría captar a los jóvenes más pobres, muchos de ello/as provenientes de las provincias serranas, o en todo caso descendientes de los primeros migrantes que transformaron a mitad de siglo XX el rostro de una Lima aún criolla y señorial.

 Sendero les anteponía un discurso hiperclasista que escamoteaba y negaba la violencia de las discriminaciones raciales y étnicas, subordinándolas a la lucha de clases y a la construcción de un nuevo poder: el Estado de Nueva Democracia, 

La República Popular del Perú. En efecto, Sendero les ofrecía mediante un lenguaje hiper-clasista una identidad grupal con la posibilidad de quebrantar el viejo y decadente orden social, y el poder de construir otro nuevo, donde la igualdad clasista borraría por "añadidura" la discriminación sociocultural de la que eran víctimas. 

La mayoría carecían del "brillo intelectual" de sus competidores de izquierda, a los cuales aplastaban con argumentos como la inevitabilidad de la lucha armada, y la verdad irrefutable del marxismo-leninismo-maoísmo, "pensamiento Gonzalo". 

Es que para los militantes de Sendero la percepción de desconfianza hacia el sistema político sumado a la discriminación y exclusión cotidianas motivaban la idea y la posibilidad de crear un orden alternativo, claro e inexorable, donde la lucha armada era la única salida viable. Muchos de ellos/as encontrarían en las certidumbres y acciones del partido la posibilidad de recuperar una iniciativa y un poder que hasta entonces les habían sido negados. Estos contrastes y confrontaciones políticas, nos sirven para entender la radicalidad y muchas veces el drama biográfico que se escondían detrás de los discursos ideológicos.

Según Rúa (1996), SL logró hegemonía en los centros federados de Pedagogía, Ciencias Naturales, Matemáticas y Ciencias Sociales. 

También pasó a dominar los comités de Comensales y de Transporte; y por último, proponían la formación de una nueva Federación de Estudiantes. 

Con el control de escenarios claves, como el comedor y la residencia universitaria, SL esperaba ganar adeptos y militantes a través del reparto de los boletos de comida y la administración de las habitaciones en la residencia. 

El objetivo político era la construcción y legitimación, ante los ojos de los estudiantes, de espacios territoriales de micro orden social, posibles de crear sobre el vacío y ausencia dejadas por el Estado en las universidades nacionales. 

Con estas acciones Sendero esperaba pasar directamente de la reinvención económica a la lucha armada, sin la intermediación de la política entendida como representación de intereses sociales. Pero, el trabajo de SL adquirió nuevo impulso con la directiva senderista de alcanzar el "equilibrio estratégico". En ese contexto se produjo la matanza.

La noche de la matanza

Aquella madrugada del 18 de julio de 1992, todos dormían plácidamente en las habitaciones de la vivienda universitaria. La noche anterior habían celebrado hasta las ocho de la noche el cumpleaños de una de las residentes. A pesar de estar prohibidas las reuniones por órdenes del ejército acantonado en la universidad, los estudiantes insistieron y lograron celebrar el onomástico de su compañera. 

De repente, entre la 1 y las 3 de la madrugada un contingente de militares encapuchados irrumpió en las habitaciones, portando armas de corto alcance con silenciadores. Obligaron a todos a arrodillarse, con las manos en la nuca y mirando hacia el piso. Mientras un efectivo encapuchado, linterna en mano, pateaba y golpeaba a los que se atrevían a levantar el rostro, otro pedía que digan sus nombres completos. "Terrucos de mierda, así que ustedes eran las cabezas, ahora ya se acabó... esto se acabó". De un total de 40 internos fueron separados nueve. Al mismo tiempo, otros efectivos arrestaban al profesor Hugo Muñoz, que también habitaba en la Universidad junto a su esposa y sus dos pequeños hijos.

Los nueve jóvenes (siete hombres y dos mujeres) fueron sacados sin miramientos. Sus captores los jalaron de los pelos y los arrastraron fuera del edificio, mientras los demás residentes permanecían en el suelo. Se escuchaban los gritos de los muchachos, las quejas, los golpes interminables, los llantos de dolor. "Ya se jodieron, ustedes son senderistas", les decían. Uno de los estudiantes atinó a preguntar: "¿por qué nos están llevando de esta forma, desnudos, en calzoncillos, por lo menos déjanos llevar nuestra ropa." 

El ruido de los motores empezó a resonar. "¡Arriba, carajo!", gritaron los encapuchados antes de introducir a los detenidos en los vehículos. Ellos gritaban desesperados presintiendo su final. Cruzaron la garita de control, supuestamente vigilada por efectivos del ejército, y cruzaron un puente de caracol que permitía la salida de la universidad.

Minutos después las camionetas se estacionaron en una bocanada conocida como la "boca del diablo", un paraje desolado y desierto en las afueras de Lima. Santiago Martín Rivas, mayor en Ingeniería del ejército y jefe operativo del grupo "Colina", ordenaba a los detenidos que delataran a los responsables del coche-bomba en la calle Tarata.

Al no recibir respuesta, seguía acusándolos de terrucos y asesinos, al mismo tiempo que se escuchaban golpes, llantos, gemidos y crujir de huesos. Rivas ordenó cavar una fosa en unos cerros adyacentes. Con las manos atadas en las espaldas, los detenidos fueron arrodillados al costado de la fosa. Sujetos armados se colocaron detrás de cada uno. La orden final la dio Rivas. Los cuerpos se estremecieron con los impactos. 

En medio de la tierra arenosa quedaron regados los cuerpos del profesor Hugo Muñoz y los estudiantes Amaro Cóndor, Enrique Ortiz, Dora Eyague, Bertila Lozano, Juan Mariños, Robert Teodoro, Felipe Flores Chipana, Marcelino Robles y Heráclides Pablo Meza.

 ¡Que el equilibrio estratégico remezca el país!: la construcción de la certidumbre revolucionaria

Para 1991, la violencia política iniciada en 1980, había provocado más de 22 mil atentados y cobrado más de 21 mil víctimas. 

Los costos materiales durante la década del ochenta ascendieron a 22,000 millones de dólares, monto equivalente al valor total de la deuda externa del Perú de aquellos años. En 1992, el accionar militar de Sendero se intensificaba en Lima, con la militarización y expansión de Socorro Popular, organismo generado por el partido, el fortalecimiento del Comité Metropolitano de Lima y el Movimiento Revolucionario de Defensa del Pueblo (MRDP). 

Del total de atentados ocurridos hasta 1990, los departamentos más afectados fueron Lima (4245), Ayacucho (3541), Junín (1813), Pasco (788) y Puno (684). Se trataba además de atentados que se incrementan de manera exponencial a través del tiempo: de un total de 219 en 1980, paso a un promedio anual de 3000, entre 1989 y 1992. 

Incluso, considerando el aspecto geográfico de la violencia, se verá su desplazamiento de las serranías hacia la ciudad. En efecto, durante 1991 y 1992 Sendero Luminoso hizo explotar 46 coches-bomba en Lima, siendo las más "conocidas" y de mayor impacto nacional las que explotaron en el Canal 2 TV, y en la calle Tarata, en Miraflores. Según el Instituto de Defensa Legal (IDL), durante 1991 Sendero Luminoso perpetró en Lima más de 900 atentados que dejaron cerca de 400 muertos. 

En 1992, el número de atentados fue muy similar, aunque las víctimas llegaron a 350.

En los barrios exclusivos, las casas se amurallaban, las calles eran bloqueadas por rompemuelles, y los puestos de vigilancia privada se multiplicaban por doquier. 

El miedo se instaló no sólo en los distintos barrios populares en los que Sendero se movilizaba, sino que se expandió hacia las residencias de los sectores medios y altos de Lima que vieron siempre ajena y distante la violencia desatada desde 1980. 

Para los sectores acomodados de Lima, el coche bomba en la calle Tarata transfiguró la violencia y adquirió, paradójicamente, "carácter nacional" y la "indignación anti-senderista fue canalizada como sentimiento nacionalista" (Méndez 2000:238). Pero el recrudecimiento de la violencia en la ciudad no era resultado del azar. Por el contrario, respondía a la consigna lanzada por Guzmán en un documento circulado en noviembre de 1991: "¡Que el equilibrio estratégico estremezca al país!"

En sus páginas Abimael Guzmán, el presidente Gonzalo para sus camaradas, realizaba un balance optimista del desarrollo de la "guerra popular" y alentaba a sus seguidores a enfrentarse a las fuerzas represivas y genocidas del Estado en forma definitiva y contundente: 

"Necesitamos que el pueblo sea partícipe directo, protagonista, que las masas mismas lleven más y más la guerra popular. Así la guerra popular expresaría más su fuerza porque es guerra de masas" (1991:4). Entonces, el equilibrio estratégico se intensifica cuando "... el enemigo trata de recuperar posiciones para mantener su sistema; y nosotros, preparar la ofensiva estratégica" (Guzmán 1991:6).

El equilibrio estratégico conllevaba una "evolución" en la guerra popular, acelerándose el tránsito de la guerra del campo a la ciudad, y ésta última se convertía en el escenario fundamental de las acciones armadas. 

Pero al interior de este nuevo horizonte estratégico, ¿Cómo se sitúa para los estudiantes senderistas la matanza de La Cantuta?, ¿Cuáles son sus memorias acerca de estos hechos?

Para la reconstrucción de los hechos han sido valiosos los distintos informes y crónicas periodísticas.

 Para los informes véase:

 Aprodeh (1994), Rúa (1996), Cubas (1998). La información periodística se basa principalmente en los diarios La República, El Comercio , la revista Ideele, el Resúmen Semanal de Desco, el Reporte especial de violencia política de Desco.


 Entre enero y julio de 1992, SL hizo explotar en Lima Metropolitana 37 coches bombas, y sólo en julio fueron 22. 

Las víctimas fueron en ese período fueron de 47 personas y en julio 33 víctimas. Véase, Reporte especial de violencia política, No. 20, diciembre de 1992, Desco, Lima.

En buen tono decía aquellos días: 

"No soy un dictador. Soy y seré siempre un demócrata... Las medidas del 5 de abril no son antidemocráticas, sino imperiosas para hacer posible la disciplina interna que haga posible el restablecimiento de la democracia y la paz amenazada por el terrorismo senderista. Ese es mi compromiso con el país". 

El Comercio, 25-6-1992.


 Para una lectura detallada de la coyuntura política 1990-1992, véase Tanaka (1998:203-229).

Como decía un documento senderista de la época: "En la ciudad estamos aislando, golpeando, desgastando y socavando el viejo orden, para que cada vez más el pueblo vea la impotencia en que queda reducido el Estado peruano, por tanto, no discutimos una lucha reivindicativa o gremial, sino desarrollamos una labor militar para socavar el viejo orden". PCP-SL, Elecciones No, Guerra Popular Sí, julio de 1992.

"Un Sendero sin fin...", Ideele, agosto, Lima, 1992.

Sobre una visión más amplía de la actuación de Sendero en los barrios populares de Lima, véase, Burt (1999), Zapata (1998), Muñoz (2001).

Por esos meses (enero-abril de 1992) los conos más afectados, y en orden de incidencia, fueron el Centro (Cercado, Laa Victoria, San Isidro, Miraflores), Este (El Agustino, San Juan de Lurigancho, Ate-Vitarte, Chosica, Santa Anita), Sur (Villa El Salvador, Villa María del Triunfo, San Juan de Miraflores, Norte (Comas, Independencia, Los Olivos, Carabayllo) y Oeste (Callao, Puente Piedra, Ventanilla). Véase, Reporte especial de violencia política, No. 20, Desco, diciembre de 1992.

 Boletín de opinión, Apoyo, junio, 1992.

 Sobre la democracia delegativa existe un amplio debate a partir de los postulados de Guillermo O´Donell (1996). Para una revisión crítica de sus propios postulados véase O'Donell (2000). Para el caso peruano, Carmen Rosa Balbi (1993), matiza esta propuesta.

En 1991 un secreto documento militar decía: "... el mejor subversivo es el subversivo muerto; por lo tanto no se capturarán prisioneros". 

En 1991 se produce la matanza por comandos paramilitares de 16 personas presuntamente senderistas, incluyendo mujeres y niños, en una pollada en Barrios Altos (Lima). 

Asimismo, los atentados con sobres bomba contra el abogado de derechos humanos, Augusto Zúñiga y el director del diario de izquierda Cambio. Según los organismos de Derechos Humanos, entre 1988 y 1992, Perú tenía el primer lugar en el ranking de países violadores de DD.HH en el mundo. Los detenidos-desaparecidos en los tres primeros años del gobierno de Fujimori fueron: 1991 (535), 1992 (239) y 1993 (105). Sobre las políticas antisubversivas véase, Tapia (1997), Rospigliosi (1996), Taylor (1997).

 Sobre la planificación de la matanza pueden verse las denuncias del general Rodolfo Robles y de COMACA (Comandantes, Mayores y Capitanes), grupo institucionalista al interior de las FFAA (Aprodeh 1994).

La República, 22 de mayo, 1991

 Resumen semanal de Desco, 23 de mayo de 1991.

Desde 1987, el MOTC (Movimiento de Obreros y Trabajadores Clasistas), organismo generado del PCP-SL gana la dirección de la Coordinadora Sindical de la Carretera Central, extendiendo sus acciones en barrios aledaños como Huaycan y Raucana, dentro de la perspectiva de preparar el camino al Ejército de Liberación Nacional cuando se desarrolle y profundice el "cerco a las ciudades".

 Pintado después de la matanza de presos senderistas en el Penal de El Frontón, en 1986.

 Entre los principales grupos que actuaban en la universidad se encontraban: el PUM (Partido Unificado Mariateguista), PCP, Patria Roja (de tendencia maoísta), el Partido Comunista Peruano (pro-sovietico), Vanguardia Revolucionaria Marxista-Leninista.

Para una reflexión mayor sobre la expansión del marxismo-leninsimo en las universidades nacionales, véase Degregori (1990).

Entre ellos el Frente Estudiantil Revolucionario, más conocido por aquellos años como el FER antifascista, por la caracterización ideológica que hicieran del gobierno militar velasquista (Lynch 1990).

Por ejemplo, en Ayacucho el Partido Comunista del Perú, a través de su Comité Regional "José Carlos Mariátegui", y en alianza con Bandera Roja, ambo com amplias bases entre estudiantes y profesores de la UNSCH deslindan en 1965 con la tésis del tránsito pacífico al socialismo que por entonces enarbolaba el PC Unidad de influencia sovietica.

Sin embargo, hay que anotar que las principales dirigencias del partido eran blancos o mestizos urbanos, según los "estandares" peruanos. Muchos de ellos provenían de las universidades provincianas como la Universidad nacional San Cristóbal de Huamanga, por ejemplo. Véase, Degregori (1990).

Parecido proceso ocurrió en Ayacucho. En los setenta, en la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga, en la década del setenta. Antonio Díaz Martínez, profesor de Agronomía e importante cuadro senderista muerto años después en la matanza de los penales en 1986, fue Jefe de la Oficina de Bienestar, que administraba el comedor universitario, la residencia estudiantil y el transporte universitario. Asimismo, Abimael Guzmán se desempeñaba en los setenta como Jefe de la Oficina de Personal.

Carmen Rosa Balbi (1995) sugiere la misma idea para el caso de las fábricas y barrios populares en Lima, en la carretera central muy cerca de la universidad La Cantuta.

 El mismo Guzmán sustentó esa transición político militar en: "¡Que el equilibrio estratégico remezca más el país! (gran culminación de la III campaña de Impulsar)", mecanografiado, noviembre de 1991.

Para la reconstrucción de la matanza hemos contado con las siguientes fuentes: Testimonios de estudiantes de la desaparición de la Universidad La Cantuta (Aprodeh 1992), Rúa (1998), Cubas (1998), Aprodeh (1994), Vargas Llosa (2000); entrevistas a estudiantes y diarios de la época.

Los estudiantes eran: Juan Mariños Figueroa (32, electrónica), Heráclides Pablo Meza (28, Ciencias Biológicas), Robert Teodoro Espinoza (24, Ciencias Biológicas y Matemáticas), Armando Amaro Cóndor (25, Electromecánica), Luis Enrique Ortiz Pereda (21, Cultura Física y Deportes), Dora Eyague Fierro (21, Educación Inicial), Felipe Flores Chipana (25, Electrónica), Bertila Lozano Torres (21, Facultad de Artes y Humanidades), Marcelino Rosales Cárdenas (Facultad de Artes) y el profesor Hugo Muñoz Sanchez (47).

 Álvaro Vargas Llosa (2000) narra en base a los testimonios de una ex agente del Servicio de Inteligencia del Ejército destacada en La Cantuta, que la noche del coche bomba en la calle Tarata, algunos senderistas habrían entrado al campus universitario heridos por las balas de los agentes de seguridad de los bancos aledaños a la calle Tarata.

Para una mayor descripción de la matanza véase, Álvaro Vargas Llosa (2000)

Banco de datos sobre violencia política, Desco, Lima, 1993.

Por ejemplo, sólo en julio de 1992 en los distritos de Miraflores, San Isidro, San Borja y Surco hubo 14 atentados con un saldo de 31 víctimas. Asimismo, en El Cercado, Breña, La Victoria, San Luis se realizaron 46 atentados con 9 víctimas.

"El equilibrio estratégico es una situación objetiva de la guerra popular a la que se ha llegado después de once años de defensiva estratégica (...) Una muestra patente y prueba irrefutable del desarrollo del equilibrio estratégico es la ingobernabilidad del viejo orden. Lo es la desesperación y el despliegue de tropas, la intervención extranjera yanqui, la transgresión de su propio parlamento y leyes burguesas comenzando por la Constitución del 79, el fracaso de sus elecciones complementarias, la proliferación y descontrol de sus mesnadas, la mayor corrupción y desgobierno", Confesión de genocidas y fracasados: 'FF.AA. defienden el sistema cuestionado y obsoleto'. Equilibrio estratégico los acorrala y aplasta, El Diario, 13/09/1991, Lima.

Para el maoísmo la guerra revolucionaria pasaba por tres grandes etapas: Defensa Estratégica, Equilibrio Estratégico y Ofensiva Estratégica.

Fuente: unmsm