5 de mayo de 1947
Una vez terminada la feroz guerra de independencia, heroicamente librada por los cubanos, y obligados los españoles a abandonar la isla de acuerdo con el Tratado de París (elaborado entre América y España), se instaló un gobierno intervencionista transitorio por parte de los Estados Unidos, después de que los nativos ganaran su guerra de independencia en 1895.
En apariencia, esta intervención tenía como objetivo sanear la isla y preparar políticamente a los cubanos para que manejaran sus propios asuntos. El verdadero propósito de los Estados Unidos al intervenir en la guerra cubana contra España era obtener la posesión real de la isla. Esto lo lograron mediante el mismo Tratado de París que les dio Puerto Rico y las Filipinas después de la guerra hispanoamericana.
Cuba, que ya había emprendido la lucha armada por su independencia, no podía someterse al status de protectorado, como los otros dos, sino que añadió una cláusula infame a su constitución democrática, disminuyendo así su soberanía.
Esta enmienda a la constitución cubana se llamó Enmienda Platt. Concedía a los Estados Unidos el derecho de intervenir en los asuntos internos del país cuando lo consideraran necesario. Así nació, en 1902, una república sin poderes soberanos.
Desde que Estados Unidos compró la Florida, trató de apoderarse de la isla de Cuba por medios económicos o de otro tipo.
Considerando que su posición geográfica era estratégica desde el punto de vista militar y comercial, ofreció a España millones de dólares por ella. Por las mismas razones que Estados Unidos codiciaba Cuba, España deseaba conservarla. Desde mediados del siglo pasado, los esfuerzos de Estados Unidos por apoderarse de Cuba habían ido en aumento.
A partir de entonces, y en paralelo a la ansiedad de los nativos por obtener su independencia, el capital inversionista norteamericano había penetrado en la isla. Con sus tierras increíblemente fértiles, con su posición geográfica privilegiada que convierte a la isla en puerto seguro y almacén de productos manufacturados norteamericanos en camino hacia países sudamericanos y caribeños, y por su inigualable base estratégica para el movimiento de tropas hacia el Pacífico o la defensa del Canal de Panamá, Cuba ha sido uno de los objetos de la codicia imperialista. Fue después de la creación de la república, que encontró a los cubanos empobrecidos por su guerra de independencia nacional, que la penetración del capital financiero estadounidense se hizo realmente enorme. Por sumas irrisorias, el capital norteamericano compró extensiones de tierra que dedicó exclusivamente a la plantación de caña de azúcar.
De esa manera, convirtió casi todas las pequeñas propiedades rurales en enormes latifundios y obligó a grandes masas de pequeños agricultores a trabajar como obreros azucareros por salarios inferiores. Grandes porciones del territorio de la isla fueron convertidas en productivas plantaciones de monocultivo, donde los cubanos no podían producir ni un tercio de sus medios básicos de subsistencia.
El pueblo cubano fue sometido a un régimen de bajos salarios y obligado a convertirse en comprador de productos manufacturados norteamericanos a un precio demasiado alto para la economía cubana.
De esa manera, el imperialismo, al vender caro y comprar barato, estableció una economía monstruosamente deformada sobre el pueblo cubano y, al hacerlo, torció su destino histórico y lo obligó a aceptar las condiciones semifeudales de una colonia de plantaciones. Pero este crimen económico le acarreó al imperialismo su propio castigo histórico. Clases sociales La isla de Cuba, gobernada antes de su independencia por una nación tan atrasada en el plano capitalista como España, tuvo que sobrevivir en un régimen aún más atrasado que la metrópoli. Esta última sostuvo a la colonia, y a sí misma, con dos siglos de retraso. La revolución industrial no tuvo lugar ni en España ni en sus colonias. Sus métodos de producción quedaron al margen de esta transformación y sobrevivieron en condiciones de producción semifeudales.
Cuba, gracias a su situación particular, tuvo ferrocarriles antes que España; un incipiente sistema de producción semiindustrial comenzó a desarrollarse allí antes que en España.
También comenzó a formarse en Cuba una mentalidad antifeudal, republicana y democrática antes que en la metrópoli. El deseo de independencia nacional afectó por igual a todos los cubanos. Pobres y ricos abrazaron la idea de la independencia nacional, con el propósito declarado de dar un salto histórico y armonizar el sistema de producción cubano con un mundo capitalista. En esa encrucijada de su destino, fueron sorprendidos por la intervención norteamericana en su camino de independencia. La intervención duró desde 1898 hasta 1902, fecha en la que los norteamericanos dejaron la isla completamente preparada para la penetración de su capital financiero en la economía insular. Puerto Rico y Filipinas quedaron en sus manos militar y políticamente; Cuba, económicamente.
La burguesía indígena La clase dirigente indígena, empobrecida por una larga guerra, se convirtió en un blanco fácil para el imperialismo voraz. Sin recursos propios para reanudar la producción y con casi todas sus propiedades destruidas por la guerra, se vio obligada a vender en masa sus posesiones al capital norteamericano. Luego se lanzó a la vida pública para obtener, mediante el control del naciente Estado, las ventajas de una burocracia oficial que pretendía conservar para sí.
Así, con el nacimiento de la República en 1902, la arruinada burguesía cubana entregó su soberanía al imperialismo y se convirtió en una clase parasitaria y antinacional. Paralelamente a la decadencia de la burguesía cubana como clase dirigente independiente, se fue agudizando la penetración imperialista, hasta llegar al punto de controlar la producción azucarera, columna vertebral de la economía cubana. Así como el imperialismo monopolizaba las fuentes más importantes de riqueza (azúcar, tabaco, plátanos, concesiones en los puertos, etc.) también controlaba el comercio, los medios de comunicación y transporte, los ferrocarriles, las compañías navieras, las líneas aéreas, etc.
Hoy, cuarenta años después de instaurada la república, la burguesía nativa, que ha cedido todos sus privilegios de clase al imperialismo norteamericano, ya no existe como tal, lánguida desde su nacimiento a la vida de la república, ha perdido finalmente su fisonomía natural de clase y de paso se ha convertido en un mero agente del capital inversionista norteamericano.
Colocada entre las clases productoras que trabajan por un salario y tienen concepciones definidas de sus necesidades nacionales y sociales, y la feroz penetración del imperialismo, cuya única misión en Cuba es extraer materias primas a bajo costo para su gran industria, esta clase dominante parasitaria ha perdido la hegemonía sobre sus intereses económicos y, en consecuencia, su independencia social y política. Traicionando sistemáticamente los intereses nacionales en su lucha a muerte por sobrevivir como clase dominante, convirtiéndose en una clase parásita sin otra función social que la de representar, como agentes mal pagados, los intereses básicos del imperialismo yanqui, esta clase capitalista cubana es naturalmente el aliado más negativo, antinacional y reaccionario del imperialismo.
Produciendo mayorías La intervención del capital extranjero en la economía cubana ha creado una base muy amplia de trabajadores asalariados. Al liquidarse las pequeñas propiedades rurales, en la mayoría de los casos, sus antiguos propietarios se convirtieron en proletarios, social y económicamente hablando.
Otra masa de trabajadores temporales y migrantes pasa lamentablemente de un período de trabajo en la industria azucarera (tres meses) a otro período de trabajo en las plantaciones de tabaco y café. Esta masa móvil constituye, desde el punto de vista de la revolución cubana, el elemento motor de cualquier transformación social, al tiempo que es la única que puede llevar a cabo plenamente el proceso democrático y nacional. Son estos trabajadores agrícolas, junto con los restos de un campesinado sin derechos de propiedad sobre la tierra que cultiva, quienes forman el pesado contingente de asalariados agrícolas.
La clase trabajadora La formación de la clase obrera ha ido acompañada de la liquidación de la burguesía y de la pequeña propiedad; el imperialismo norteamericano, a través de sus propios órganos, desempeña en Cuba el papel de clase dominante.
Pero la dramática contradicción de su papel dirigente reside en que, al estrangular a la burguesía nativa y pauperizar a las clases medias, ha creado una masa proletaria que será su perdición.
En Cuba, la lucha por la liberación económica nacional implica la transformación socialista de los medios de producción, pues sólo la clase obrera puede conducir el movimiento nacional hasta su debida conclusión. Sólo la clase obrera, a través de sus organizaciones y con una visión clara de su destino, puede completar la etapa nacional y democrática del desarrollo cubano. Arrastrando tras sí a la mayoría productora, transformará en ese mismo proceso los objetivos democráticos en objetivos socialistas y revolucionarios.
El imperialismo norteamericano y sus agentes nacionales han perdido poder político en el actual estado de cosas en Cuba. Esto se debe a un poderoso movimiento revolucionario democrático en el que, hasta ahora, la clase obrera ha jugado un papel pasivo y secundario.
Sin objetivo claro, sin línea definida y sin planes concretos, el movimiento democrático liberal que llegó al poder en 1944 se diluye en el vacío sin atreverse a librar batallas decisivas contra el imperialismo.
Mientras tanto, éste recurre a toda clase de intrigas, reorganiza y reorganiza los cuadros políticamente dispersos de sus lacayos nativos, amenaza y coacciona; eleva brutalmente los precios de productos vitales para el sustento de la población; compra productos cubanos de exportación a precios miserables, dejando un saldo trágico en la economía cubana, con la deliberada intención de someter por hambre a la revolución democrático-nacional.
Mientras el poder de los revolucionarios democráticos y pequeñoburgueses se va agotando en batallas secundarias, mientras el imperialismo norteamericano trata de aplastar este incipiente movimiento nacionalista, ¿qué hace la clase obrera cubana?
¿Cómo está organizada?
¿Cuáles son sus objetivos actuales?
¿Quiénes son sus dirigentes?
El lector encontrará respuestas a estas preguntas en el próximo artículo, que tratará de la traición histórica de los estalinistas al pueblo cubano y de su papel como avanzada norteamericana de la burocracia soviética.
Por: De Labor Action , vol. 11, núm. 18 ,
Fuente:marxists-org
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